Posiblemente usted sea una de las personas a las que en algún grupo de WhatsApp le llegaron mensajes que explican y minimizan el aumento de casos de covid-19 en Costa Rica con una sencilla lógica: los positivos están subiendo porque se hacen más pruebas.
O tal vez en su Facebook apareció una de las imágenes con datos de contagios de días específicos, en diferentes meses, que buscan hacer creer que el porcentaje de nuevos casos se mantiene uniforme y que, de nuevo, los positivos están subiendo solo porque se hacen más pruebas.
Tenga cuidado. La realidad es mucho más compleja.
Es cierto, la transmisión ha obligado a hacer más pruebas por día. Sin embargo, la tendencia en el aumento de casos no se puede atribuir, simplemente, a la cantidad de tests que se realizan. Aunque sí, también se está buscando en zonas donde es más posible que haya positivos.
La Nación revisó las estadísticas del Ministerio de Salud y conversó con las especialistas Ana Cecilia Morice, epidemióloga y exviceministra de Salud; e Ileana Vargas, directora de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Costa Rica (UCR), para poner en perspectiva qué dicen realmente los números.
Porcentaje de positivos aumenta más que las pruebas
El porcentaje de positividad es un indicador que habla del comportamiento de una enfermedad en determinada región. No es el único importante, pero sí uno del que debe estarse pendiente.
La recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es que el porcentaje de positivos no pase de un 10%, cifra que Costa Rica dejó de ver desde mediados de junio.
Si este número se sobrepasa, podría inferirse que no se están haciendo las pruebas suficientes. ¿Por qué? De acuerdo con el infectólogo estadounidense Jasson Andrews, esto indica que se pueden dejar ir algunos casos.
“Esto implica que se está testeando solo a personas o a poblaciones con probabilidad muy alta de tener la infección. Las personas con síntomas leves o sin síntomas de poblaciones donde no se hacen testeos podrían no estarse tomando en cuenta. Hay que aumentar la capacidad para encontrarlas, estas personas podrían contagiar a varias más”, declaró Andrews a la revista estadounidense The Atlantic.
Lo importante, entonces, no es solo que las pruebas aumenten, sino ver qué aumenta más ¿las pruebas que se realizan o la cantidad de casos positivos?
La Nación rastreó el cambio en el porcentaje de pruebas realizadas que detectaron covid-19, conocido como positividad, entre el 19 de abril (primera semana de la que se tienen datos completos) y el 11 de julio.
La información se sistematizó por semanas, a partir de la recomendación de Morice: ver las tendencias, no fechas aisladas.
“Un día no nos dice nada, no marca tendencia. Tal vez un día salió muy bajo porque hubo atrasos en los resultados y eso se vio reflejado otros días. Tal vez otro día salió más alto, porque se juntaron muestras de varios días. Debería verse en grupos de una semana, como mínimo, o de un mes”, explicó la especialista.
En las siete semanas comprendidas entre el 19 de abril y el sábado 6 de junio, la positividad de las muestras tomadas en todo el país fluctuó entre el 1,6% y el 7%.
Pero en cuestión de siete días, el indicador se duplicó y alcanzó el 14%, en la semana que cerró el 13 de junio. La semana del 5 al 11 de julio se volvió a duplicar, y alcanzó un 28,4%.
Es decir, que en esas fechas, más de un cuarto de las pruebas realizadas fueron positivas por SARS-CoV-2.
Si el incremento en la cifra de positivos se debiera únicamente a una mayor cantidad de pruebas realizadas, la positividad habría variado poco o nada, pero ese no fue el caso.
En las últimas cuatro semanas creció, porcentualmente, más la positividad de las pruebas que el volumen de tests realizados.
Por ejemplo, en la última semana de junio se realizaron 4.453 pruebas, mientras que la semana siguiente se practicaron 6.485. El incremento fue del 45,6%.
Mientras que las pruebas positivas de una semana a otra (852 y 1.642, respectivamente), aumentaron un 92,7%.
Si vemos la semana del 5 al 11 de julio, se hicieron aún más pruebas: 70,6% más que la semana anterior, pero la positividad aumentó en un 89,1%.
Esto no solo nos mantiene por encima del 10%, nos aleja aún más del ideal de la OMS antes de aconsejar levantar restricciones. La entidad recomienda que el porcentaje de positividad esté por debajo del 5% durante al menos dos semanas para poder retomar las actividades, esto sería indicativo de que la enfermedad está bajo control.
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Más que cuántas, a quiénes
La prueba que, de momento, se utiliza en Costa Rica para detectar la presencia del SARS-CoV-2 es la de reacción en cadena de polimerasa (PCR), cuya sensibilidad y especificidad ronda el 95%.
Para Morice y Vargas, otro factor importante para interpretar las cifras de contagios es saber a cuántas y cuáles personas se les hace esta prueba.
En una respuesta por escrito, el Ministerio de Salud indicó a La Nación que la cantidad de exámenes y los criterios para realizarlos han variado según la evolución de la pandemia. Ahora más personas son candidatas, lo cual aumenta el número de muestras tomadas.
Se testea a los pacientes con síntomas, a quienes tienen algún tipo de nexo cercano con un caso confirmado, a un porcentaje de quienes llegan a centros de salud con vigilancia centinela. También se hacen barridos en lugares donde se cree que hay más riesgo: cuarterías y empresas donde ha habido casos y poblaciones particularmente susceptibles, como Pavas y Alajuelita.
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Factor clave: dónde
Según las especialistas, también es fundamental saber de dónde vienen los nuevos casos positivos.
En este momento se realizan pruebas en lugares donde se espera tener una mayor cantidad de contagios. Esto empuja el número de enfermos hacia arriba.
En abril y mayo, se tamizaba a todos los costarricenses repatriados, pero su positividad era cercana al 2%. También se examinaba a los transportistas, con una positividad cercana al 6%. Esos días y ese tipo de poblaciones llevó el porcentaje total de positivos hacia abajo.
Desde junio, se comenzó la búsqueda en sitios donde se sabía que podía estar más presente el virus: compañías agrícolas y empacadoras de la zona norte, cuarterías y zonas de alto tránsito como Pavas, Alajuelita o Desamparados. Todo esto sube el porcentaje nacional.
“No es lo mismo hacer esas pruebas de prevención o de detección en toda la población, o solo en poblaciones que tienen mayor afectación”, expresa Vargas.
La detección en masa de contagios de covid-19 entre trabajadores agrícolas de la zona norte, en los primeros 15 días de junio, coincidió precisamente con el periodo en el cual la positividad de las pruebas empezó a superar el 10% al cierre de cada semana.
Recientemente, el grueso de los contagios detectados se concentran en la Gran Área Metropolitana (GAM), donde ya se realizan operativos de testeo.
“Como dicen: ‘el que busca, encuentra’. Obviamente el porcentaje de positividad va a ser mayor en poblaciones con mayor riesgo, mayor exposición”, afirmó Vargas.
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Hospitalizaciones: evidencia contundente
Las especialistas son enfáticas en que un indicador importante sobre la evolución de la pandemia se observa a simple vista, en el incremento de personas que requieren hospitalización.
“No es tanto el número de casos por el número de casos, sino cuántos se complican, van a requerir servicios y si se los vamos a poder dar, ahí es donde la cosa se pone grave. Ahí es donde uno dice: ‘no, ya están aumentando mucho los casos, entonces la probabilidad de que tengan que ir a hospitalización y que una porción tenga que ir a cuidado intensivo, aumenta exponencialmente'”, apuntó Morice.
Las especialistas concluyeron que para interpretar cómo se comporta el covid-19 en la población, los factores se deben ver en contexto: cantidad de casos activos, peso de los clústers en los diagnósticos, tendencias de contagios en un mismo período, mortalidad y cantidad de hospitalizados, por ejemplo.
“Uno no puede tomar decisiones basados solo en un dato”, aseveró Morice.
Vargas, además, insta a centrar la atención en las personas.
“Aquí lo importante es: cuáles son las consecuencias de una persona que se infecta. (...) ¿qué queremos? Que las personas no lleguen a cuidado intensivo. ¿Por qué? Porque ya una vez que llega a cuidado intensivo, la probabilidad de quedar con secuelas como parte del virus, es mayor. Y que muera, el máximo de los efectos que no queremos”, afirmó la salubrista pública.
Puede consultar los cálculos realizados por La Nación para este reportaje en este enlace.
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