Una imagen que circula en redes sociales insta a las personas a consumir dióxido de cloro, con el argumento de que si la sustancia fuera peligrosa, las salas de emergencia ya estarían abarrotadas de intoxicados.
Tal lógica es equivocada. Especialistas consultadas por La Nación explicaron que dicho escenario no ha ocurrido porque quienes lo han consumido han tenido la suerte de ingerir concentraciones muy bajas, incluso neutralizadas, que en realidad, no provocan ningún efecto en sus cuerpos.
Pero múltiples factores que escapan del control de los consumidores podrían causar que el dióxido de cloro los envíe al hospital, como ya ocurrió en dos casos que atendió el Centro Nacional de Control de Intoxicaciones (CNCI).
La gráfica que se difunde en redes erróneamente dice lo siguiente: “Si el dióxido de cloro es tóxico y mortal y lo están tomando miles de personas, ¿por qué no están abarrotadas las salas de emergencia de intoxicados por esta ‘peligrosa sustancia’? ¡PORQUE NO ES TÓXICA! ¡No inventen (sic)”.
¿Qué es el dióxido de cloro y cómo funciona?
El dióxido de cloro es un compuesto que se obtiene al agregarle un ácido al clorito de sodio, ambas sustancias son muy similares y tienen propiedades corrosivas que destruyen los tejidos biológicos sin ninguna distinción, según explicó María Laura Bonilla, farmacéutica del Centro Nacional de Información de Medicamentos (Cimed).
“Tanto el dióxido de cloro como el clorito de sodio son agentes oxidantes, su alta reactividad en contacto con tejidos biológicos va a hacer que su acción no sea selectiva sobre los microorganismos, o sea, que podría tener un efecto en una mesa sobre un microorganismo, pero en mi cuerpo lo va a tener sobre mis tejidos”, detalló Bonilla.
Incluso, esa sustancia, por sus propiedades antimicrobianas, se aprovecha, a nivel industrial, como desinfectante y en algunos países también se emplea, en cantidades bajas y controladas, para potabilizar el agua.
Sin embargo, desde que se inició la pandemia de la covid-19, varias personas empezaron a promover el dióxido de cloro para, supuestamente, prevenir y curar la enfermedad.
Esta no es la primera vez que se aconseja, sin fundamentos, su consumo como curación contra una enfermedad. Desde hace más de una década, el compuesto ya se publicitaba, de forma ilegal en Internet, como una supuesta cura contra la malaria, la diabetes, el autismo, el cáncer y el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH).
Según un informe de la Red de Centros de Información de Medicamentos de Latinoamérica y el Caribe (Red Cimlac), el compuesto ya se publicitaba de forma ilegal en Internet.
Bonilla explicó que, por lo general, las personas compran las materias primas, es decir, el clorito de sodio y un ácido, y reciben instrucciones para mezclarlo. Otros adquieren soluciones ya diluidas.
No obstante, según la Red Cimlac, “no hay evidencia científica que soporte el uso del dióxido de cloro como tratamiento para la Covid-19, ni para ninguna otra enfermedad”.
Desde julio, el Ministerio de Salud y la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) pidieron a la población no ingerir el químico y advirtieron de que habría sanciones contra quienes lo promovieran como tratamiento contra la covid-19, por tratarse de mezclas que “ponen en grave riesgo la salud de la población”.
Sin embargo, las autoridades saben que muchos hicieron caso omiso de las advertencias.
“Estamos seguros de que hay muchos problemas en la salud de las personas que no nos han reportado, porque las personas están con miedo de decir que lo están tomando, porque creen que es la magia y la cura milagrosa, como se los están vendiendo”, afirmó la doctora Viviana Ramos, directora del CNCI.
No obstante, Ramos relató que, en setiembre, se registraron dos casos con tal nivel de gravedad que requirieron hospitalización.
Una paciente de 30 años ingresó a la clínica con afectación de garganta, tos y malestar general, luego de inhalar accidentalmente el vapor de un frasco que estaba en su refrigerador, sin saber qué era el contenido.
En un episodio aparte, dos personas de 36 años llegaron al hospital con vómitos, mareos, dolor y malestar. Los médicos detectaron que la pareja se intoxicó al beber un vaso de la mezcla que hicieron con 30 mililitros de clorito de sodio y un litro de agua.
La doctora Ramos dijo que los potenciales efectos de la ingesta de dióxido de cloro van desde afecciones gástricas y respiratorias, náuseas, vómitos y diarrea en casos leves; hasta trastornos hematológicos, cardiovasculares, hepáticos y renales en los más complicados.
‘En la dosis está la diferencia’
¿Por qué no hay más hospitalizaciones por intoxicación con dióxido de cloro, si hay gente que lo está tomando? Según las especialistas, “en la dosis está la diferencia”.
“En concentraciones bajas y dosis bajas, este producto es inocuo porque incluso se usa para potabilizar el agua, pero esa preparación clandestina y casera que está creciendo carece de control de calidad. Además son ingredientes muy inestables y no van a permitirnos garantizar un producto limpio, sin impurezas y en la concentración que dicen que es”, explicó la directora del CNCI.
Bonilla coincidió.
“Hay un nivel de dilución que es seguro. Ojo, no que es efectivo, que es seguro. Muchas personas que hacen estos preparados en casa, a lo mejor están consumiendo una cantidad tan pequeña del producto que no van a manifestar efectos, sin embargo, no podemos garantizar que el producto que tienen no esté del todo diluido para que no pase el umbral de seguridad”, dijo la farmacéutica.
El problema, comentaron las científicas, es que muchas otras cosas pueden salir mal al hacer las preparaciones caseras.
El clorito de sodio puede explotar si se golpea en una superficie grasienta o incendiarse en presencia de azufre o fósforo. Además, la reacción que se genera al mezclar el clorito de sodio con el ácido desprende vapores que son corrosivos para el tracto respiratorio.
“Pero inclusive en condiciones apropiadas, en una planta o en un laboratorio farmacéutico, no hay evidencia ni de corte preclínico (en células o animales) ni de corte clínico (en humanos) que sugiera efectividad para ninguna patología por la vía oral, o por vía intravenosa”, apuntó Bonilla.
¿Y por qué no se investiga más sobre la sustancia, para determinar si ayuda a combatir la covid-19?
“Porque ni siquiera hay una hipótesis científica válida que nos haga pensar que va a ser efectivo”, responde Bonilla.
El que el compuesto sirva como desinfectante y potabilizador de agua, no implica que vaya a tener un potencial antimicrobiano en el cuerpo humano. Por el contrario, se sabe de sus efectos nocivos y al hacer la relación beneficio-perjuicio, no vale la pena correr el riesgo.
¿Y qué ocurre con las personas que dicen haberse curado con el dióxido de cloro?
De acuerdo con Ramos, sencillamente no lo hicieron.
“Es el efecto placebo. La razón es que del mismo modo que ocurre con muchísimas infecciones, el sistema inmunológico es capaz de luchar y vencer el agente invasor por sí mismo y sin ninguna medicación. Por lo tanto no se puede afirmar que el tratamiento funciona si ya nos curamos”, puntualizó la médica.
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