Conforme la comunidad científica estudia más sobre el virus SARS-CoV-2 y la forma en la que se transmite, se genera nueva evidencia que reafirma la efectividad de las mascarillas para ayudar a controlar la pandemia de covid-19.
Los hallazgos, además, desacreditan a los movimientos conspiracionistas que insisten, erróneamente, en que estos implementos enferman a las personas.
Esta idea la reproduce, por ejemplo, una imagen publicada el viernes 20 de febrero por la página de Facebook Televisión y Radio RN, la cual acumula más de 250 reacciones, un centenar de comentarios y una cantidad similar de compartidos.
“No tengas miedo, atrevete a respirar!! Cada vez que llevas puesto un barbijo por la calle, perjudicas tu salud y llevas un mensaje falso de pánico social”, dice la imagen.
“Respira sin miedo costarricense”, afirma el texto que acompaña a la gráfica.
Tales afirmaciones carecen de sustento científico.
Múltiples investigaciones señalan que el uso de cubrebocas es un método bajo y de bajo riesgo para la mayoría de las personas, pero cuyo uso generalizado ayuda a acelerar el final de la pandemia.
Así lo señala una investigación realizada por especialistas del Hospital de Niños de Boston y de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Boston, y publicada el 19 de enero en la revista científica The Lancet Digital Health.
Los científicos analizaron la relación entre el uso de mascarilla, el distanciamiento físico y la transmisión del virus SARS-CoV-2 en Estados Unidos, entre junio y julio del año pasado.
Los cálculos se realizaron con base en la información que proporcionaron 378.207 encuestados y las cifras de nuevos contagios registrados en cada estado del país durante el periodo en estudio.
“Un incremento del 10% en el reporte de uso de mascarilla autopercibido se asoció con un incremento en la posibilidad de controlar la transmisión. Encontramos que las comunidades en las que se reporta un alto uso de mascarillas y distanciamiento social tienen la probabilidad más alta de controlar la transmisión”, concluyeron los investigadores.
Según el informe, entre junio y julio hubo una tendencia hacia el incremento en el uso de la mascarilla, en particular entre mujeres, latinos, afrodescendientes y, en general, personas de razas distintas de la blanca.
Este incremento, señala el estudio, se inició desde antes de que se implementaran órdenes sobre el uso obligatorio del cubrebocas, y no se encontró evidencia de que estas instrucciones influyeran de forma relevante en el comportamiento de la población.
“Una intervención para mejorar este comportamiento basado en la comunidad puede valer la pena”, señala el informe.
También se han realizado investigaciones para determinar si el uso de mascarillas puede afectar la capacidad respiratoria de las personas, como lo especulan múltiples grupos en Internet.
Para corroborar o descartar esa hipótesis, la Universidad de Miami y el Jackson Memorial Hospital reclutaron voluntarios, a quienes les midieron la oxigenación y los niveles de retención de dióxido de carbono, antes y después de una caminata de seis minutos, con la mascarilla puesta.
Entre los participantes había tanto personas sanas, como individuos con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
Las personas con EPOC registraron una “pequeña disminución” en el oxígeno, esperada debido a su condición preexistente, pero no mostraron una mayor acumulación de dióxido de carbono.
“Mostramos que los efectos son mínimos incluso en las personas con dificultades respiratorias muy severas”, dijo el médico investigador Michael Campos sobre los resultados.
De acuerdo con Campos, la falta de aire que algunas personas saludables pueden sentir al usar la mascarilla, no es sinónimo de alteraciones en el intercambio de gases.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, también descartan que el uso de cubrebocas pueda ocasionar un incremento en la concentración de dióxido de carbono (CO2) que se respira.
“Una mascarilla de tela no provee un sello hermético alrededor de la cara. El CO2 escapa completamente hacia el aire a través de la tela al exhalar o hablar. Las moléculas de CO2 son lo suficientemente pequeñas para atravesar cualquier tela de la que estén hechas las mascarillas.
“En contraste, las gotículas respiratorias que transportan el virus que causa la covid-19 son mucho más grandes que el CO2, por lo cual no pueden pasar tan fácilmente a través de una mascarilla diseñada y utilizada de forma correcta”, explica la guía de los CDC sobre el uso de estos implementos.
Fuentes consultadas
-El estudio Uso de mascarillas y control de la transmisión del virus SARS-CoV-2 en Estados Unidos, publicado en la revista científica The Lancet Digital Health, lo puede leer en este enlace.
-La investigación de la Universidad de Miami y el Jackson Memorial Hospital sobre el impacto de las mascarillas en la capacidad respiratoria de las personas, la encuentra en este vínculo.
-La guía de los CDC con respuestas a preguntas frecuentes sobre el uso de mascarillas la puede consultar en este enlace.
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