No manejan fusiles, tanques o bombas; sus armas son troles, robots, propaganda y “noticias falsas”. Los comandos estatales dedicados a la desinformación son una realidad y están cada vez más presentes en conflictos alrededor del mundo.
Rusia, Estados Unidos, China e Israel son algunas de las naciones que tienen equipos que emplean perfiles y contenidos falsos en redes sociales, para afectar decisiones en el extranjero o proteger su imagen a lo interno.
Normalmente, estas operaciones necesitan de la contratación de personal especializado, la compra de equipo tecnológico y la adquisición de dominios en el exterior.
Son equipos que funcionan con tres niveles de especialización: los estrategas, los creadores de contenido y los troles.
Los estrategas son los encargados de definir a quiénes se dirigirán los mensajes y la reacción que se busca, los creadores de contenidos se especializan en la elaboración de imágenes y videos adaptados para diversas redes sociales, y los troles son quienes distribuyen el material y monitorean las reacciones.
Generalmente, los integrantes de estos equipos son contratados de manera informal y tienen buenos salarios.
Por ejemplo, algunos de los troles que participaron en el ataque desplegado por Rusia antes, durante y después de las elecciones de 2016 en los Estados Unidos, en las que resultó electo Donald Trump, ganaban unos $1.400 por semana, es decir, unos $5.600 al mes, cifra que es muy superior al salario mensual promedio ruso, que ronda los $600.
“Me daban dinero por escribir. Era mucho más joven y no pensaba en el lado moral. Simplemente escribí porque me encantaba escribir. No estaba tratando de cambiar el mundo”, dijo un trol de San Petersburgo identificado como Aleksei al New York Times, en febrero de 2018.
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¿Propaganda de EE. UU. contra el extremismo?
En 2011, el comando de seguridad de Estados Unidos destinado a África y Oriente Medio, denominado Mando Central, creó el programa “Earnest Voice”, el cual utiliza un software que le permite a oficiales militares administrar unos 500 perfiles falsos en distintas redes sociales.
Estos perfiles trabajan fuera de los Estados Unidos y las autoridades afirman que tienen como objetivo combatir la propaganda extremista en países como Pakistán y Afganistán, mediante la difusión de publicaciones positivas sobre las labores norteamericanas.
“Se busca interrumpir el reclutamiento y entrenamiento de atacantes suicidas, negar los refugios seguros para nuestros adversarios y contrarrestar la ideología y la propaganda extremista", dijo sobre la iniciativa el general James Mattis en 2011 a los medios de comunicación.
Las autoridades estadounidenses aseguran que la herramienta no se usa para influenciar a la audiencia de su país.
China: Trabajo a lo interno
China, por su parte, cuenta con “la banda de los 50 céntimos yuan”, un grupo de troles que trabaja cuidando la imagen digital del Gobierno y que se calcula que está conformado por unos 300.000 troles.
Se les llama "la banda de los 50 céntimos yuan”, porque eso es lo que se calcula se les paga por cada publicación que realizan en redes sociales, o sea, por cada siete posteos recibirían cerca de $1 (¢620).
Este grupo centra sus actividades a lo interno de China, ya que con la expansión del acceso a Internet en el gigante asiático la propaganda estatal televisiva e impresa está perdiendo fuerza. Los foros en línea y las redes sociales son el nuevo campo de batalla para el Gobierno chino.
Su eficiencia y capacidad de reacción es muy alta. Un documento de los cuerpos de seguridad de la ciudad china de Jiazhou, al que tuvo acceso el medio español El Confidencial, relata la forma en que funcionan estos troles:
“Un internauta chino de la ciudad de Jiazhou había recibido una multa por una infracción que él aseguraba que no había cometido. Puso un comentario en un foro criticando a la policía. Un trol chino a sueldo del gobierno informó diez minutos después al Buró de Seguridad Pública".
"Este conminó a 120 personas a poner comentarios a favor de la policía hasta derivar el debate. 20 minutos después, la mayoría de los comentarios eran a favor de los cuerpos de seguridad, y de condena al usuario original”, describe el medio español sobre el informe.
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Palestina en primera fila
En el caso de Israel, sus comandos de troles tienen un tema predilecto: el conflicto palestino.
Estos grupos se encargan de difundir contenido propagandístico a favor de la ocupación en la Franja de Gaza y en contra de las demandas del pueblo palestino.
También, hay reportes de que acosan periodistas críticos y políticos de oposición, mediante redes sociales.
"Crece así el fenómeno del trol, a menudo una molestia sin rostro, estridente e incansable, desplegada en Twitter o Facebook para molestar a las figuras públicas que expresan dudas sobre las políticas israelíes o simplemente simpatía por los palestinos”, escribió el periodista Max Blumenthal en un artículo sobre el tema en The Nation.
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El caso ruso
La operación rusa en las elecciones de 2016 en los Estados Unidos es el caso documentado más importante de uso de comandos de desinformación.
Los troles rusos centraron sus esfuerzos en publicar noticias polarizadas sobre temas como migración, racismo y matrimonio igualitario en YouTube, Facebook, Instagram y Twitter.
Una investigación realizada por las firmas New Knowledge y Canfield Research, y la Universidad de Columbia, a solicitud del Senado norteamericano, da cuenta del tamaño de la campaña.
El informe detectó 10,4 millones de tuits en 3.841 cuentas de Twitter, 1.100 videos de YouTube en 17 canales, 116.000 publicaciones de Instagram en 133 cuentas y 61.500 publicaciones de Facebook en 81 páginas.
El éxito de la desinformación rusa se gestó gracias a que lograron crear tanto grandes comunidades como cuentas que se convirtieron en microinfluenciadoras temáticas.
Por ejemplo, en Instagram, de los 133 perfiles analizados, cerca del 40% tenía más de 10.000 seguidores y al menos 12 superaban los 100.000.
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El ataque fue realizado por la Agencia de Investigación de Internet rusa, una organización que empezó sus operaciones en 2013 en San Petersburgo y que, antes de los Estados Unidos participó activamente en temas como el conflicto ucraniano.
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