Buenos Aires (Argentina)
Su sueño era conocer la vecindad de El Chavo del Ocho, pero en México no está recreada en ningún lugar. Así que el argentino Jorge Ávila decidió reconstruirla al detalle en su ciudad para su disfrute y el de todos los fanáticos de la serie televisiva. Y al final, terminó viviendo allí.
El vecindario donde el Chavo, un huérfano de ocho años, hace de las suyas junto a sus amigos Quico, la Chilindrina y Ñoño, es visitado cada fin de semana en la ciudad de San Miguel de Tucumán, 1.260 kilómetros al noroeste de Buenos Aires, por cientos de turistas que desean revivir la humorística serie mexicana creada y protagonizada por Roberto Gómez Bolaños en los años 70 y que fue un éxito en toda Hispanoamérica.
Allí, los visitantes, procedentes de distintos puntos del país, se disfrazan de los emblemáticos personajes y se toman fotos o se filman en el marco de una escenografía que replica con bastante exactitud la escalera, los departamentos donde residen los vecinos, la escoba de la Bruja del 71, el triciclo de Quico y el barril donde el Chavo vive o se esconde cada vez que se mete en problemas.
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"Desde chico pensé que me gustaría conocer la vecindad. Cuando comencé a crecer y tener cierta independencia económica pensé en viajar a México y conocerla, pero era una misión imposible porque no está en ningún lugar y era difícil cumplir ese sueño", explicó a The Associated Press Ávila, un tucumano de 35 años que dice haber transitado su infancia, su adolescencia y parte de su vida adulta viendo El Chavo del Ocho.
A pocos metros, un hombre disfrazado de Quico que visita este espacio recreativo impregnado de nostalgia juega con una pelota; una niña caracterizada como la Chilindrina pasea y otro pequeño vestido del Chavo se esconde dentro del barril.
Ávila hizo su sueño realidad. Después de hacer una primera reconstrucción del lugar en una casa de su familia, se dio cuenta del creciente interés de sus vecinos y, con seis amigos tan fanáticos como él, recreó de nuevo el popular vecindario en un espacio de 6 por 7 metros (unos 20 por 23 pies) al fondo de un galpón que le alquila a un conocido y que se ha convertido en los últimos días en un espacio de entretenimiento llamado Chanfles.
"Yo resido en este lugar, y es impagable", relató Ávila. El hombre entra a la que actualmente es su vivienda a través del departamento 14, donde Quico vivía en la serie.
Para replicar el patio común donde los populares vecinos interactuaban, Ávila repasó una y otra vez distintos capítulos televisivos. Contaba los pasos que daban personajes como Don Ramón y de esa forma calculó las distancias para construir, con el tamaño más exacto posible, los departamentos, la escalera y el resto del decorado. Con sus amigos se hizo todo a mano.
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El lugar es un furor en la provincia de Tucumán desde hace pocas semanas y las redes sociales reproducen diariamente la emoción que ha suscitado. El domingo, 600 personas lo visitaron, indicó su creador.
El visitante Enzo Vargas dijo a la AP que se enteró de su existencia en la prensa "y no lo podía creer".
"Le comenté a mi hija y le pareció fabuloso, quiso venir el toque a conocer", expresó.
Ávila destacó que la serie, que todavía hoy transmiten canales de televisión de América Latina y Estados Unidos, muestra la vida real.
"La Chilindrina no tenía mamá, Quico no tenía papá; a pesar de que muchos eran pobres compartían lo poco que tenían; se peleaban y después se arreglaban... La vida es así de real. El Chavo nos enseñó que con muy poco se puede ser feliz", dijo.
El admirador del Chavo consideró además que la vecindad es "patrimonio de todos".
"Creo que en los países donde se vio la serie tendría que haber una igual. Vos venís a un lugar como éste y volvés a la niñez", sostuvo. "Es terapéutico porque este mundo te saca de los recuerdos y los lindos momentos".