La CCSS anunció con gran bombo que en el 2007 hará una fuerte inversión en infraestructura y equipo en los hospitales y clínicas. En buena hora que inyecte ¢47.400 millones para aliviar los problemas que afrontan miles de pacientes, quienes, literalmente, sufren tortura por el hacinamiento y el faltante de camas y equipos nuevos.
Sin embargo, en ese amplio plan de inversión faltó un aparato básico: un nuevo acelerador lineal para tratar a pacientes con cáncer. La CCSS solo tiene uno, que opera en el hospital México desde el 2004 y que es incapaz de atender la demanda de servicios. Este equipo da tratamiento a 480 personas al año, y las restantes 600 son enviadas al Centro de Radioterapia Irazú (privado), al cual la CCSS le pagó $2,4 millones en los últimos tres años; es decir, casi lo que vale un acelerador lineal nuevo.
La pregunta lógica es por qué la CCSS no compra un nuevo aparato y se evita esos pagos millonarios. Sin embargo, la lógica parece no operar en la CCSS porque lo obvio era que en el presupuesto del año entrante se incluyese esa inversión para cumplir con lo dicho por la gerente médica, Rosa Climent, quien aseguró en este diario que en el 2008 entrará a funcionar un segundo acelerador.
Ojalá ella cumpla la promesa de tenerlo listo en dos años. No obstante, con el primero, el camino fue tortuoso: pasaron ocho años desde que se produjo la decisión de adquirirlo hasta su estreno en el 2004.
En medio, hubo denuncias que no terminaron en castigos, las cuales sí permitieron inferir que algunos funcionarios de la CCSS eran los más interesados en que la entidad siguiera contratando los millonarios servicios de radioterapia a la empresa privada.
Hoy, para disipar cualquier duda, para evitar más desperdicio de dinero público, es necesario que los directivos de la CCSS corrijan ese plan de inversión y decidan, de una vez, comprar el aparato que tanto hace falta.
Lo cierto es que $3 millones o $5 millones no son un imposible en la CCSS, más cuando desperdiciaron muchos de los $80 millones de los oscuros créditos español y finlandés. Es urgente, además, que la cúpula de la CCSS investigue por qué el acelerador actual tiene tan bajo rendimiento. Mientras el de Irazú trata al menos a 600 personas por año, el de la Caja, a 480... Definitivamente, a la CCSS hay que apretarle el “acelerador” para que sea eficiente.