La propuesta de los exministros de Hacienda, aún en el horno, huele bien. No se limitan a apuntar cambios en la legislación tributaria; también critican otras prácticas del Gobierno que inciden gravemente en la situación fiscal.
En el plan sobresalen dos principios tributarios: renta global y universal, y generalización del de ventas a todos los bienes y servicios. Además, dentro de las inconveniencias del sector público según los exministros destacan los privilegios del Servicio Civil y los regímenes de pensión especiales.
La renta global gravaría todos los ingresos de igual forma sin importar la fuente reduce distorsiones y mejora la equidad. Lástima que los exministros exceptúen los ingresos por intereses de este concepto. Respecto a la renta universal gravaría todos los ingresos sin importar dónde se generan mejoraría la recaudación. Los procedimientos para implantar la renta universal no son sencillos. Si no se tiene cuidado, el país podría perder ingresos fiscales a favor de los más desarrollados.
La generalización del impuesto de ventas a servicios se requiere hace tiempo. El sistema tributario no debe estimular una actividad (venta de servicios) sobre otra (venta de bienes). Además, al convertirse realmente en un impuesto al valor agregado se deduce todo impuesto pagado a terceros la recaudación mejora. "Sin factura o con factura" pierde sentido pues a todos les conviene pedirla.
Es hora también de que los empleados públicos dejen de tener más privilegios que los demás, privilegios que pagamos todos.
Este es el inicio de una sana discusión sobre la situación fiscal nacional. Los exministros llevan nueve meses cocinando su propuesta. Ojalá no se les queme a la salida del horno.