Edgar Espinoza
La más clara y rotunda demostración de que lo que el país necesita para salir del atolladero no es un pacto entre dos líderes políticos sino uno nacional, la dieron hace poco, quizá sin proponérselo, dos ministros de este gobierno.
Según leí en un diario, el ministro Weinstok, de Salud, y el ministro Doryan, de Educación, hicieron un llamado a todos los escolares del país para, unidos en un solo haz de voluntades, combatir el dengue ahí en sus propias raíces.
Es decir, gobierno y ciudadanos --en este caso pequeños grandes ciudadanos del mañana-- luchando de la mano contra un contagio nacional de impostergable atención. El Gobierno actuando como guía y proveedor de recursos para lograr su cometido, y los niños siendo el complemento de ese esfuerzo para coronarlo con éxito.
Toda una iniciativa que, de paso, enseña al niño a trabajar con fe y convicción por su país, a sentirse útil a la sociedad y a ser responsable. ?Qué más se le puede pedir a este ejemplo?
Tengan entonces ustedes la absoluta certeza que de esta crisis, como de cualquier otra, vamos a salir adelante el día en que, mediante un pacto de todos, abierto, transparente, surja una sola fuerza nacional para erradicar los demás "contagios" que a diario nos agobian: retroceso, ignorancia, monopolios, privilegios, injusticia, corrupción, vagancia y un largo etcétera.
Por eso es que un pacto entre políticos como el que se firmó no sirve de mucho. Primero porque se cuajó a puerta cerrada, en reuniones íntimas de dos líderes y a espaldas del pueblo. Solamente ese detalle le restó ya credibilidad. Y segundo porque, al ser entre políticos, esos pactos son muy frágiles, efímeros, hijos más de la pose que de la razón y hechos a la medida de ellos y no de la de un país urgido de soluciones más efectivas que espectaculares.
De ahí que lo de la ingobernabilidad sea más un pretexto que un argumento. Claro que hay limitaciones para gobernar con una Constitución Política tan distante ya de los imperativos de esta época y de las profundas transformaciones que se avizoran en el horizonte del nuevo milenio. Pero lo cierto es que la impericia inicial de este gobierno volvió todo ingobernable cuando, dada su naturaleza impulsiva, conflictiva y atolondrada, en vez de concertar una solución nacional se enfrascó en un pugilato con muchos sectores y hasta consigo mismo.
?No logró Monge, acaso, darle al país el empujón que lo sacó de la crisis de 1982? ?No logró Arias sembrar la simiente de un desarrollo moderno? ?No logró Calderón darle pujanza económica al país?
Ningún pacto va a funcionar bien mientras se maneje dentro del estrecho círculo de la politiquería. Funcionará cuando veamos ahí a costarricenses de empuje y talento --como un Jorge M. Dengo, increíblemente desperdiciado por este gobierno--, cuya principal filiación sea la patria, y su único compromiso, el bienestar de esta.