En buena hora, los medios de comunicación han puesto especial atención a los accidentes de tránsito causados por conductores ebrios. Informan incluso sobre los resultados de las alcoholemias, que señalan la cantidad de alcohol acumulado en la sangre de esas personas. La cantidad de alcohol en sangre (CAS) es una medida objetiva y comprobable de embriaguez y, por eso, la ley la utiliza para fijar los límites aceptables en los conductores. Toda persona que consuma bebidas alcohólicas, aunque sea ocasionalmente, debería saber en qué medida se acumula el alcohol en la sangre, para evitar sobrepasar esos límites.
No toda la gente acumula el alcohol al mismo ritmo. En las personas robustas, que tienen más agua en el cuerpo, el alcohol se encuentra más diluido que en personas pequeñas o delgadas. Las mujeres, además de ser en general de menor talla que los varones, tienen menos proporción de agua en su cuerpo, lo que hace que el alcohol se concentre más en su sangre.
El organismo humano elimina el 95% del alcohol a través del hígado, a un ritmo relativamente constante. El de un varón adulto, de talla y peso promedios, elimina aproximadamente un “trago estándar” (una cerveza, cinco onzas de vino o una onza y media de licor destilado) cada hora. Por ejemplo, si un varón de talla y peso promedios consume tres “tragos estándar” en una hora, al cabo de ese lapso habrá eliminado el alcohol de uno de ellos, y conservará en su torrente sanguíneo el de dos, y así sucesivamente.
A trago por hora. Entonces, ¿cómo es que se alcanzan esas masivas concentraciones de alcohol que los exámenes detectan en algunos conductores? Pongamos el ejemplo de uno de esos “bebedores fuertes”, que toman tragos dobles. Si se toma tres tragos dobles en una hora, habrá consumido seis onzas de licor, o sea, cuatro “tragos estándar”. Eliminó uno, le quedan tres en sangre. La siguiente hora repite la dosis. Elimina uno más, le quedan seis.
Se estima convencionalmente que cada trago estándar contiene 17,5 gramos de alcohol. Una vez diluido en la sangre de un individuo promedio, eso equivale a 20 mg de alcohol por cada 100 cc de sangre. En consecuencia, esa persona, que tiene en su torrente sanguíneo el alcohol de 6 tragos estándar, mostrará una alcoholemia de 120 mg/100cc, lo que técnicamente significa que está embriagada. En una hora más, a ese mismo ritmo, estará intoxicada con 180 mg/100 cc. Y, si se toma tres “zarpes” de tequila, como hacen algunos, llegará a una alcoholemia de 240 mg/100 cc, y estará cerca de la inconsciencia.
Pero ese es un ejemplo extremo. Pongamos el caso de alguien que, en una fiesta, se toma tres tragos sencillos por hora, durante tres horas. Al cabo de ese lapso habrá eliminado tres unidades, le quedan seis en sangre (cuatro “tragos estándar”). Su alcoholemia será de 80 mg/100cc. El límite autorizado por ley para manejar es de 50 mg/100 cc. ¿Quién está entonces dentro de ese límite? Por ejemplo, alguien que tomó dos tragos sencillos la primera hora, dos la segunda, y de allí en adelante solamente uno por hora. En buena teoría, si es de talla y peso igual o superior al promedio, esa persona se mantendrá en el límite legal. Las mujeres, las personas delgadas y de menor talla, no deben consumir más de una bebida alcohólica por hora si quieren estar por debajo del límite.
Peso, talla y sexo. En suma, la acumulación de alcohol en sangre tiene que ver con el ritmo de ingesta, además del peso, la talla y el sexo de la persona. Hay algunos factores adicionales: por ejemplo, consumir alcohol con el estómago vacío hace que este llegue de golpe a la sangre, y dificulta la labor eliminatoria del hígado. La presencia de alimentos en el estómago hace más lenta la absorción. También, obviamente, es más fácil alcanzar la embriaguez con bebidas que concentran mucho alcohol en poco líquido.
Una persona, como nuestro “héroe” del primer ejemplo, puede consumir 14 tragos estándar en tres horas, pero es más difícil que ingiera 14 cervezas en ese mismo lapso, ya que el agua y el gas carbónico contenidos en la cerveza le cerrarían el píloro. Y el que toma vino, generalmente lo hace con alimentos, de manera que la ingesta y la absorción del alcohol son más lentas. Es claro, sin embargo, que uno se puede embriagar con cualquier bebida alcohólica, si no la sabe consumir con moderación.