Todos los partidos políticos, sea cual fuere su base ideológica, tienen dos corrientes contrapuestas que funcionan en constante tensión, el grupo conservador y el sector progresista.
De este fenómeno no ha escapado el Partido Liberación Nacional. En 1951, cuando se creó, la mayor parte de los que suscribieron el acta fundacional, así como gran cantidad de simpatizantes, pertenecían a la corriente progresista. Con el tiempo, una apreciable dirigencia adoptó un pensamiento más conservador, acercándose a los grupos políticos adversos de corte liberal, permaneciendo en el límite divisorio de ambos, y algunos, no pocos como ha dicho un compañero muy estimado hasta se pasaron al otro lado. Pero otros permanecieron fieles a las políticas de progreso y justicia social, en lucha permanente por crear las condiciones que permitieran atender a los más necesitados. A este grupo perteneció fielmente, durante 50 años, Armando Arauz Aguilar, uno de los fundadores de la social- democracia en Costa Rica.
Conocí a Armando en 1940, cuando ingresé al Liceo de Costa Rica para el segundo curso; él iba dos años adelante. Recuerdo que, en una de las asambleas sabatinas, don Alejandro Aguilar Machado manifestó: "El joven Armando Arauz, este morenito de Guanacaste, es un estudiante sobresaliente. Pienso que llegará a ser un profesional destacado y un hombre que se distinguirá en nuestra sociedad". Armando, puesto en pie, alto y sumamente delgado, nos saludó a todos con una inmensa y amistosa sonrisa; una sonrisa que no lo abandonó durante el resto de su vida.
Profesor estudiante. Aprendí a estimar a aquel alegre muchacho y desde entonces cultivé con él buena amistad. Nos encontramos después cuando ingresé a la Universidad.
Armando estaba con sus estudios muy avanzados, y el profesor de prolegómenos, cuando había que tratar asuntos de derecho laboral, llamaba al joven Arauz par que nos diera el curso. Como estudiante, ya era profesor.
Cuando Calderón Guardia invadió Costa Rica en 1948, Armando fue un dirigente estudiantil que organizó un grupo de universitarios para ayudar a detener al invasor.
Me fue a buscar a mi casa y me dijo: "Tenemos que irnos", y me marché con él para su Guanacaste del alma: recorrimos viejos caminos, y cuando caminaba adelante, atentamente lo observaba, delgado, imponente, con su cara de indio bueno. Marchábamos con rifles que nos dio el gobierno, que no disparaban, para luchar contra los que nos invadían, que traían armas que sí disparaban.
Desde antes, desde mucho antes, había ingresado al sindicalismo democrático con el padre Núñez y Luis Alberto Monge. En una ocasión, el padre me dijo: "En un partido ideológico hay ciudadanos que luchan por los principios, y otros, solamente por la oportunidad. Los primeros son los auténticos, y Armando Arauz lo es y siempre lo será".
Causa justa. En su participación política, defendió con entusiasmo la socialdemocracia, entero, firme, inclaudicable, señalando caminos. En la Asamblea Legislativa, como diputado, luchó dentro del partido para que hubiera una oposición ideológica, beligerante, de claras propuestas. Y, cuando alguno le dijo que quienes deberían proponer eran los del gobierno, Armando contestó: "Es necesario recordar que también se puede gobernar desde el pueblo".
Recientemente, un grupo de dirigentes históricos de Liberación Nacional decidió publicar un manifiesto denunciando males y desviaciones ideológicas y morales. Algunos fueron a pedir a Armando que se uniera al grupo. Estaban un poco enfermo y fuera de toda actividad política, pero, cuando se le expuso el motivo por el cual se le visitaba, apareció de nuevo su amistosa sonrisa y su ilusión de viejo luchador por causas justas, y firmó con decisión.
Pocos días después falleció, pero deja una enseñanza que es necesario recoger, sobre todo en este momento político que estamos viviendo.
A los diputados de Liberación Nacional que integran una minoría en la Asamblea, cuando no sepan cómo deben actuar, cuando haya dudas fundadas ante las propuestas de unión con los grupos conservadores, solo les digo que piensen en aquella frase orientadora: "También se puede gobernar desde el pueblo".