Cuando un país poderoso no paga un precio justo –que cubra los costos más una ganancia razonable– por un producto agrícola y subsidia al productor sus pérdidas por otra vía, logra mantener el precio bajo del producto y adquirir los faltantes mediante importaciones artificialmente baratas. De ahí la lucha de los países productores por la eliminación de los subsidios.
Sin embargo, los subsidios no se han eliminado. EE. UU., por ejemplo, destina cientos de miles de millones a subsidiar a sus agricultores ($170.000 millones en el 2002) pues no quieren el caos social ni pagar directamente sus productos a un “buen” precio. De pagar un justo precio, encarecerían también los faltantes que obtienen de fuera. Cuando tienen excedentes, sus subsidios ponen en peligro a los productores de otros países. De modo que en el mercado real existen distorsiones sobre las ventajas comparativas. Dice don Rigoberto Stewart (La Nación, 26/11/02) que yo no las entiendo; contesto que es el mercado distorsionado quien las altera y confunde. Ese es el mundo real, el que don Rigoberto pocas veces visita.
El derecho de los seres humanos a ser libres y a ser tratados con justicia y respeto es un ideal hermoso y deseable, pero el mundo en que vivimos está lejos de ese ideal. Hay injusticia, codicia y explotación despiadada y, siento desilusionar a don Rigoberto, el mercado no está exento de ello. Pertenece a este mundo, no al mundo académico perfecto en que él se desenvuelve.
Círculos de distorsiones El hecho de que un país pequeño, con una economía del tamaño de la de un barrio neoyorquino, quiera defenderse de intereses capaces de borrar a nuestros productores del mapa en un santiamén, no es corrupto. Al contrario, nadie con sentido común esperaría que, si Costa Rica abre totalmente las fronteras, los demás países van a eliminar los subsidios y jugar limpio. Ese círculo de distorsiones debe ser roto primero por los grandes del mundo. De otra manera el cambio es ilusorio.
Es increíble que Stewart afirme: “la suma del valor de todo lo importado no puede ser mayor que la suma del valor de todo lo exportado”. ¿En qué planeta vive?
Es eso precisamente lo que sucede en nuestro país y en muchos otros. ¿Se habrá dado cuenta este señor de que tenemos un déficit en la balanza comercial y una deuda externa de más de $3.000 millones?
Víctima de teóricos. Argentina es un país de gente educada, pero fue víctima de economistas teóricos que la pusieron a jugar de igual a igual con el primer mundo, sosteniendo una moneda fuerte que causó un déficit insostenible y al final se quedó sin divisas. Ahora sí, ¡oh maravilla!, se produce la situación de que nos habla el articulista: ya no hay dinero con que importar. Y el costo social del experimento ¿qué?
Sugerimos al señor Stewart que dedique su talento a investigar por qué el agricultor costarricense tiene que pagar intereses hasta cinco veces más altos que en otras latitudes. Descubrirá que está equivocando el blanco de sus ataques.
Un último detalle, don Rigoberto: algunos agricultores me han pedido que le pregunte dónde conseguir semilla de “aracuma”, ese producto milagroso del que usted nos habla. ¿Existe o pertenece también al reino de su imaginación, como todo lo demás?