Como en esta época todo el mundo habla de lo mejor que nos ha deparado el siglo que termina, vamos a intentar una clasificación de los mejores boleros que se han escrito en estos cien años, con la complicidad de algunos amigos que padecen de la misma enfermedad.
Para empezar por el principio, debemos recordar el primer bolero del que se tiene memoria: Tristezas y lo escribió Pepe Sánchez en 1884; él mismo lo cantaba con algunos trasnochadores de la época, entre los que se destacaba Sindo Garay, uno de los mejores guitarristas de Cuba en aquellos años. A la gente le gustó el nuevo ritmo, que tenía raíces españolas y antillanas, y lo siguieron cantando en Santiago de Cuba. Después se extendió por toda la isla, y de allí pasó al continente, y logró gran aceptación en México, Puerto Rico y los demás países de habla española.
En 1929 aparece otro cubano con un bolero que todavía se canta: Aquellos ojos verdes, serenos como un lago... Fue una inspiración de Nilo Menéndez y la letra la escribió un cuñado suyo llamado Rodolfo Utrera, quien fue el primero en cantarla y grabarla.
Mil canciones. La época de oro del bolero comienza por ahí de 1931 ó 1932, cuando surge Agustín Lara con una canción que le interpretó el Dr. Ortiz Tirado: Palmera, "Hay en tus ojos el verde esmeralda que brota del mar..." Lara se convirtió en un fenómeno del bolero: Hastío, Enamorada, Mujer, Señora tentación, Mía no más, Solamente una vez y cerca de 1.000 canciones más que lo llevaron a la fama universal.
No se puede hablar de boleros sin mencionar a Gonzalo Curiel, autor de Vereda tropical, Noche de luna, Un gran amor, Incertidumbre y muchos de los boleros que estuvieron de moda en los años cuarentas.
Hay en México una familia de músicos nacidos en San Cristóbal de las Casas y casi todos escribieron canciones inolvidables: Alberto Domínguez es el autor de Perfidia, Frenesí, Humanidad y Al son de la marimba. Su hermano Abel es el autor de Hay que saber perder, Secreto, Óyelo bien y Mi tormento. Ernesto escribió Adiós en el puerto, Luna de miel y Qué más da y Armando, a quien llamaban Chamaco por ser el menor de la familia y un pianista extraordinario, fue el que compuso: Destino, Miénteme, y Sin saber por qué. Los hermanos Domínguez fueron los fundadores de la Lira San Cristóbal, donde comenzaron tocando una marimba.
Siempre vigentes. Sigue otro grande nacido en Puerto Rico: Rafael Hernández, quien todavía nos tiene cantando Campanitas de cristal, Desvelo de amor, Capullito de alelí, Ahora seremos felices y Lamento borincano.
Puerto Rico es una isla de tan bellos paisajes que ha sido la fuente de inspiración de muchos músicos: Pedro Flores, el director del Cuarteto Flores y quien llevó a Daniel Santos a la cima de su popularidad, escribió allí Perdón, Amor perdido, Inconsolable, Contigo, Despedida y muchos más.
De esta isla son también: Bobby Capó, autor de Piel Canela ; Noel Estrada, autor de En mi viejo San Juan; Roberto Cole, autor de Olvídame; Silvia Rexach compuso Olas y arenas, y Myrta Silva, ¿Qué sabes tu?
En Cuba hay una cantidad envidiable de músicos que han escrito grandes obras en el compás del bolero: de Ernesto Lecuona es Siboney ; de Margarita Lecuona Por eso no debes ; de Bobby Collazo La última noche ; de César Portillo de la Luz Contigo a la distancia ; de Sergio de Karlo Flores Negras ; de Pedro Junco Nosotros ; de René Touzet No te importe saber ; de Julio Gutiérrez Inolvidable ; de Osvaldo Farrés Toda una vida ; de Eliseo Grenet Las perlas de tu boca ; de Gonzalo Roig Quiéreme mucho ; de Miguel Matamoros Lágrimas negras.
De México hemos nombrado a los de mayor popularidad, pero todavía faltan muchos. También faltan los boleros de Centro y Sudamérica. Para no hacer esto muy largo, vamos a dejar esos temas para un segundo capítulo.