El asesinato del afroamericano George Floyd, en los Estados Unidos, me recuerda la muerte del nicaragüense Natividad Canda, en Cartago.
El primero, denunciado por introducir un billete falso de $20 en un negocio, fue asfixiado por un policía blanco y, el segundo, un indigente en busca de chatarra en un taller para sobrevivir, fue destrozado hasta morir por perros rottweilers ante la vista y paciencia de la policía.
La muerte de Floyd exacerbó los ánimos de una nación entera contra el racismo, detonó innumerables manifestaciones, saqueos y la presencia inaudita de la Guardia Nacional de ese país.
En la muerte de Canda, enterraron con él los derechos humanos, no hubo manifestaciones y a lo largo de tres juicios, por supuesta falta de pruebas, no hubo responsables. Es decir, por ser ladrón, merecía la muerte en las fauces de dos perros.
Pedro Rafael Gutiérrez Doña, San Isidro de Heredia
Retomar la batuta
Después de la participación inmejorable de las autoridades de salud, la CNE, Seguridad, etc., en la paliación de la covid-19, llegó la hora de que Carlos Alvarado retome su autoridad presidencial para la reactivación económica del país, que permita atender de manera estratégica e integral la situación dramática que experimentan trabajadores y las empresas turísticas, exportadoras y educativas.
Deben tratarse también asuntos como el endeudamiento, la reforma estatal, el crédito y la división empresarial (pymes).
Ciertamente, el manejo de la emergencia tiene asegurado el reconocimiento tanto nacional como internacional. Sin embargo, el mandatario debe asumir su responsabilidad ineludible como jefe de Gobierno en la toma de decisiones perentorias que requiere el Estado.
La crisis global no se puede delegar más. Urge el liderazgo gubernativo, en el amplio sentido de la expresión.
José Rugama Hernández, San José
Bloqueo virtual
¿Tiene lógica el bloqueo de un usuario en Facebook? Le impiden publicar y lo castigan por intentarlo. ¿Dictadorzuelos en ciernes?
Jorge A. Salazar, San José
Ansiedad natural
En nuestra vida laboral o personal sufrimos ansiedad. Existe un mecanismo defensivo en nuestro cuerpo que se manifiesta con movimientos en nuestro rostro, manos o pies.
Durante la emergencia nacional que enfrentamos, esta situación es aún más frecuente. Vemos cómo desinfectan a los ministros antes de hablar en televisión. Hay un estrés generalizado a causa del temor al contagio o de infectar a un ser querido.
Quienes deben salir de la casa a trabajar sienten más ansiedad. No estábamos preparados, pero, como en todo, aprendamos a sobrellevar la situación.
Leamos nuestro cuerpo y el de los seres amados. Sigamos avanzando con acciones y actividades que nos den alguna sensación de libertad, pero en la casa.
María F. Marín Briceño, Limón
Duda sobre el tren
La principal premisa del estudio de factibilidad del tren eléctrico se concibió antes de la covid-19, y es que moverá al año 50 millones de personas. Podría decirse que es el punto de equilibrio financiero de la inversión.
Después de la pandemia, mucha gente seguirá en teletrabajo y algunos miles adoptarán el nuevo horario 4-3. Ya no serán 50 millones los pasajes vendidos al año. Entonces, el proyecto de $1.350 millones, ¿pasará a ser ruinoso?
Glen Rodríguez Solís, Santo Domingo de Heredia
No los abandone
La calle es un lugar frío y solitario, quienes nunca hemos pasado ahí, cuando menos una noche, no sabemos lo que es.
Ahora, imagine la misma situación: no poder expresar cuando tenemos frío y hambre, ser rechazados y golpeados, y tener la conciencia de un niño, lo cual nos deja realmente indefensos en un ambiente hostil para todo ser vivo.
Entonces, ¿por qué abandonar a un perro o a un gato? Si somos conscientes del infierno que vivirán y que, aunque ciertamente harán todo lo posible por sobrevivir, es condenarlos por nuestra parte a morir, y muchas veces, de forma lenta y dolorosa, sin saber o conocer la bondad de una mano amiga que les brinde cariño o compañía en sus últimos momentos. Una muerte posiblemente bajo la lluvia y en la suciedad, con hambre y un dolor inmenso tanto físico como en el alma. Hagamos conciencia.
Allan Naryith Montero Delgado, Vázquez de Coronado