En el país al cual aspira el gobierno no hay cabida para el periodismo como lo describió el historiador Carlos Alvear Acevedo, un periodismo a través del cual se aprecia hasta qué punto se rinde culto a la verdad y en qué medida cuentan para una nación los principios de libertad, del bien y del derecho en el fluir de su vida pública.
En el país del gobierno, sucede lo que halló el Estado de la Nación, un abandono de los “esfuerzos por crear coaliciones funcionales en el Ejecutivo y el Legislativo”, donde se impulsan “acciones de política pública (...), independientemente de si cuentan con apoyo legislativo mayoritario o de si, en principio, algunas de ellas tienen fricciones con el bloque de legalidad y constitucionalidad”.
Dice el informe que “se trata de una estrategia que procura reducir los costos de transacción implicados en las negociaciones con otros actores políticos a la hora de avanzar en sus prioridades”.
En el país del gobierno deja de existir la información pública en favor del secretismo, y la ciudadanía debe recurrir a la Sala Constitucional para obtener lo solicitado a algunos funcionarios creyentes en que el 8 de mayo del 2022 desapareció la rendición de cuentas.
En el país al cual aspira el gobierno no hay protección para denunciantes de actos ilícitos, un ministro interpone sus buenos oficios para dar una concesión a una empresa descalificada, un presidente ejecutivo que gestionó tres meses antes de ser nombrado una reunión con presuntos involucrados en el narcotráfico no tiene reparo en aferrarse al cargo y se ganan voluntades para beneficiar a empresas y medios cercanos al gobierno.
El país al cual aspira el gobierno es aquel donde los funcionarios probos, que se resisten a ser utilizados para fines contrarios a los intereses de la entidad para la cual trabajan, son despedidos.
En el país al cual aspira el gobierno se difunden mentiras, como afirmar que portar una AK47 en Costa Rica es una contravención.
Del país del cacareo de la granja es posible librarse si volvemos a ser los costarricenses que ante situaciones difíciles apoyábamos la democracia fuertemente, un valor perdido según el más reciente Informe Estado de la Nación.
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La autora es editora de Opinión de La Nación.