Pasada la Feria del Libro, observo que el crecimiento de editoriales va de la mano del aumento en publicaciones de libros, ya sea por medio de consejos editoriales propios o de la autopublicación.
Sin detenerme a comentar si esto incide en la calidad de la literatura, al sumarle chatarra a la chatarra del consumo global, o más bien, aportando obras de calidad de autores autónomos que no encontraron nicho en las editoriales tradicionales, comento y me pregunto ¿adónde están los lectores para todos estos nuevos libros?, que sería un equivalente a preguntarme, ¿adónde están los cantantes?, como decía la canción, porque un baile sin cantantes no es un baile. ¿Adónde están los lectores?
Políticas públicas. Me hago la pregunta porque dado el ayuno en políticas estatales que contengan al quehacer literario cultural, desde la falta de lugares para realizar encuentros donde se mantenga vivo el pensamiento local, a la falta de estructuras permanentes para propiciar canales de calidad, no observo una política clara de fortalecimiento de los lectores, aunque sí un apoyo al crecimiento de la industria del libro y es allí donde se da la gran paradoja.
¿Para quiénes son todos esos libros si cada vez hay menos lectores? ¿Por qué no unificar canales, en especial porque el año entrante tendremos aquí el festival Centroamerica Cuenta con sus excelentes actividades paralelas a la Feria del Libro? ¿Por qué no establecer una red de fomento a la lectura que cubra a toda la población y a todos los cortes generacionales y, por supuesto, reforzar la existente dentro del programa escolar?
Crear una política nacional de lectura es indispensable. Una política fortalecida desde el Estado, los ministerios, pero que también involucre a toda la cadena de la industria del libro. ¿Adónde está el aumento de los lectores de los libros que día a día se imprimen?
El aprecio por la lectura se imita en la casa y en la escuela, no en las redes ni en las ferias, porque a las ferias van los interesados, entre mercado cautivo y excursiones de grupos con iniciativas de docentes.
Circunscribir y organizar un ruta de visitas de escritores a centros educativos, que antes se realizaban, mantener un espacio abierto al diálogo donde se den talleres y charlas, dar apoyo municipal a los clubes de lectura, a las horas de cuentacuentos en instituciones de salud y tercera edad no es lo único que se puede hacer y que ya se ha propuesto ante las autoridades.
Ejemplo. Se predica con el ejemplo y no con el discurso. Se debe explicar, inducir y dar tiempo para que esta afinidad por la lectura encuentre nido y prospere en los hábitos de las personas.
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La lectura es una práctica que desarrolla la habilidad de discernir, razonar y comprender el mundo, que debe ser explicada como tal, no es solo un acto de consumo de un objeto llamado libro. Es un acto social y cultural que fortalece las capacidades humanas comprensivas y electivas. Tanto en lo individual como en grupo, la lectura encuentra identidad en concordancia con la inversión social y cultural que se haya hecho. En ese mismo sentido nada es casual ni gratuito.
Crear lectores es crear democracia, no olvidemos eso. Sobre todo, cuando se trata de libros que contienen literatura, historia, crónica, ensayo o ficción, como reflejo de mentes que reflexionan sobre la realidad y no como reflejo de mentes que consumen solo tendencias.
La autora es filósofa y escritora.