No soy hombre de pocos amigos, si por esto se entiende alguien que tiene una actitud hosca, huraña o agresiva. Eso creo yo. Pero como sucede a casi todo el mundo, diría que tengo muchas amistades, a las que guardo aprecio, respeto y afecto, y contados amigos, que no es lo mismo.
La linde entre amistades y amigos es incierta e imprecisa. Hay ocasiones o circunstancias en que la relación con las primeras es tan persistente o tan cercana que puede confundirse con el vínculo que me une a los segundos. Pero hay una indefinible cualidad en este vínculo que lo preserva de cualquier mezcla o confusión. Estoy seguro de que todo esto es experiencia generalizada, de manera que cada quien puede explicarse fácilmente lo que digo.
Leí en alguna parte que un amigo es la persona con la que se mantiene una amistad. Eso no aclara nada. Parafraseando lo que Agustín de Hipona decía del tiempo, si nadie me pregunta qué es un amigo, lo sé, pero si me lo preguntan y quiero explicarlo, ya no lo sé. Supongo que esto se debe a que un concepto, cuantos más elementos comprenda, es más fácil de definir; cosa distinta si ocurre lo contrario: en este caso es más difícil llegarle al meollo.
He notado que mientras el número de mis amistades ha ido en aumento, el de mis amigos declina conforme han ido cayendo hoy uno y mañana otro, dejándome a mí, accidentalmente, la tarea de sobrevivir a ellos.
Sobreviven en mi memoria, porque es como alguien decía: ahí es adonde vamos realmente cuando morimos, al corazón de aquellos que nos recuerdan. Por lo demás, es un proceso indefectible: V. T. Nguyen escribía con humor amargo que ni siquiera Dios y Noé pudieron salvar a todo el mundo. A lo que podría agregarse en la misma vena la comprensible exclamación de la actriz Joanne Woodward: con lo que cuesta envejecer y, cuando lo consigues, la gente para la que estabas envejeciendo ya ha desaparecido.
Hace pocos días despedimos a otro de mis amigos, una persona natural que combinaba talento, modestia, honestidad, calor humano, sentido común y sentido del humor en cantidades mayúsculas. Me reprocho no haber sido explícito con él acerca de cuánto lo valoraba y no haber tenido un trato más constante que enriqueciera nuestro anecdotario común.
Carlos Arguedas Ramírez fue asesor de la presidencia (1986-1990), magistrado de la Sala Constitucional (1992-2004), diputado (2014-2018) y presidente de la Comisión de Asuntos de Constitucionalidad de la Asamblea Legislativa (2015-2018). Es consultor de organismos internacionales y socio del bufete DPI Legal.