Nada mejor para ilustrar la grosería y estupidez de los medios que se ponen en práctica para abatir las libertades y causar el infortunio de los países y sus gentes que la anécdota que contó Carlos Fuentes en un homenaje en memoria de Julio Cortázar.
Decía el escritor mexicano que cuando la Unión Soviética invadió Checoslovaquia para aplastar la Primavera de Praga, en 1968, un mariscal soviético que había tiroteado un museo pasó más adelante por un cine donde se daba al aire libre el célebre wéstern A la hora señalada, con Gary Cooper y Grace Kelly. El mariscal escuchó muchos balazos y los atribuyó a la resistencia checa; sin pensárselo dos veces, ordenó ametrallar la pantalla, que acabó llena de huecos.
En aquel homenaje participó también Sergio Ramírez. El escritor nicaragüense contó que su primer encuentro con Cortázar ocurrió en 1976, en San José, con motivo de unas conferencias que este último dictó, a una de las cuales, si es que realmente fueron varias, creo haber asistido. Ramírez y Ernesto Cardenal, cuenta el primero, que entonces vivía su recurrente exilio en Costa Rica, invitaron a Cortázar a visitar Solentiname, archipiélago en el lago de Nicaragua donde Cardenal tenía su comunidad religiosa.
Allá fueron, primero en avioneta y luego en lancha, en compañía del cineasta Óscar Castillo y del poeta José Coronel Urtecho. Fue un viaje clandestino, sigue contando Ramírez, porque pasaron de lejos el control militar del régimen de Somoza que nunca se enteró de aquella visita a Nicaragua, en perpetuo estado de sitio.
A esta saga sumo mi modesta anécdota, que se refiere a un pintoresco dictador sudamericano al que hará cosa de tres o cuatro décadas conocí en un acto en el que se pavoneaba su diminuta y arrogante figura. Por entonces, iba a visitar su país el celebrado pontífice romano de aquel tiempo, y el dictador se propuso halagarlo llevándolo al lago del que se dice que es el más navegable que hay en la cima del mundo.
Como no había carretera y todo dependía de su voluntad, de inmediato mandó construir una, y se ufanaba diciendo que sería una vía de ida… y vuelta. Olvidé si a la postre lo hizo, o si, como a Santiago Nasar, el personaje de García Márquez, lo tumbaron antes de que llegara el obispo.
Carlos Arguedas Ramírez fue asesor de la presidencia (1986-1990), magistrado de la Sala Constitucional (1992-2004), diputado (2014-2018) y presidente de la Comisión de Asuntos de Constitucionalidad de la Asamblea Legislativa (2015-2018). Es consultor de organismos internacionales y socio del bufete DPI Legal.