Este mes cumplimos 16 años de relaciones diplomáticas con la República Popular China. Es momento de aquilatar aquel gran paso. Su génesis fue el descubrimiento de China como segundo mercado de nuestras exportaciones. La revelación de ese peso comercial se unió a una creciente consciencia internacional del protagonismo mundial de China.
En el 2007, al entablar relaciones con China, el presidente Arias dijo que esa decisión era un “acto de realismo elemental”. ¡Obvio! Lo sorprendente era, más bien, la lentitud de nuestra diplomacia para adecuarse a tiempos marcados por la ascendente estrella china y la creciente predominancia de Asia.
Pero al dar semejante paso faltó comprender que los nuevos lazos de amistad demandaban una transformación epistemológica adecuada al carácter de China, como una cultura ancestral, diferente de mil y una formas a la nuestra.
Después suscribimos un TLC, que ya tiene más de 10 años en vigor. Aprendimos entonces las particularidades del acceso al mercado chino, donde precios y calidades no siempre tienen la última palabra. China introduce factores humanos en su paradigma comercial. Para la cultura china todo es personal. Su tradición confucionista y su ascendiente ideológico marxista se oponen al fetichismo de las mercancías. Para ellos el ser humano es quien representa lo que vende.
También el concepto profundo de respeto juega un rol esencial. Para China se respeta realmente a quien se comprende, se aprecia la voluntad de entendimiento a su forma de ser, a sus valores y a su manera de percibir los gestos de su entorno. Estamos en deuda con ese atisbo curioso a su cultura.
En los últimos tiempos soplan vientos turbulentos. La globalización está siendo cuestionada y nuevos proteccionismos renacen. Las relaciones con China están bajo fuerte presión de retornos a confrontaciones que creíamos superadas.
Ese entorno de nubes grises demanda echar mano a lo mejor de nuestra cultura de paz. Esta patria de maestros, no soldados, verá desafiada su vocación de concordia y deberá contrarrestar presiones que nos empujarán, como otrora, a alinearnos a intereses que no necesariamente son nuestros.
Al paso de Costa Rica, lo siguió Centroamérica. Pero nos quedamos en aquel gran paso. Este aniversario de amistad nos habla de un mundo que aún nos espera.
Velia Govaere, exviceministra de Economía, es catedrática de la UNED y especialista en Comercio Internacional con amplia experiencia en Centroamérica y el Caribe. Ha escrito tres libros sobre derecho comercial internacional y tratados de libre comercio. El más reciente se titula “Hegemonía de un modelo contradictorio en Costa Rica: procesos e impactos discordantes de los TLC”.