Pareciera que la pandemia se acabó. Que es cosa del pasado. No se habla de ella casi nada en los medios de comunicación y en las redes sociales; las autoridades de Salud guardan un disciplinado silencio sobre el tema y llevamos ya varias semanas sin ninguna estadística oficial sobre la covid.
Una máxima elemental es que lo que no se mide no se puede evaluar, y sin evaluación no puede haber buena planificación de los siguientes pasos. Se dice que la falta de datos sobre la pandemia es por el hackeo de los piratas informáticos a los sistemas de información de la Caja Costarricense de Seguridad Social. No dudo que sea un factor que haya complicado tener información oportuna.
Me parece, sin embargo, que no es lo único que está jugando aquí, pues el silencio de los datos se ha sumado a otros estruendosos mutismos, entre otros, el de las autoridades o el de la falta de campañas públicas exhortando a las personas a mantener comportamientos preventivos como el lavado de manos, el uso de mascarillas y el cuidado de unos a otros.
Mientras tanto, hay eventos masivos, uno tras otro, sin ninguna medida de prevención. En fin, pareciera que la sociedad y el Estado costarricenses ya pasaron la página de la covid y están apostando a que la vacunación evite nuevas olas.
Todo muy bien, excepto por un detalle: la pandemia sigue y no se va a ir porque digamos que es cosa del pasado o hagamos como si no existiera. De hecho, en mis círculos de personas conocidas, bastante distintas entre sí, no pocas se han contagiado en las últimas semanas.
Y entonces qué, ¿llegamos al punto de tratar la covid como si fuera un catarro más, propio del ámbito privado? Puede ser que estemos ya ahí, pero me gustaría conocer el fundamento científico de tal decisión.
En estos años, aprendimos que enfrentar los retos de una pandemia demanda grandes y sostenidos esfuerzos por parte de instituciones públicas, empresas privadas, organizaciones y familias.
Con el Estado no alcanza, pero sin él no se puede. Sabemos también, por experiencia de muchas décadas, que las campañas de salud pública requieren un refuerzo constante, pues es natural que las personas, cansadas de mantener los cuidados, tiendan a aflojar la prevención y recaigan en viejos hábitos. Sin duda, estar alertas agota.
¿Somos por decreto territorio libre de pandemia? Si no, ¿cuáles son las previsiones?
El autor es sociólogo, director del Programa Estado de la Nación.