Se trata de un fenómeno masivo, pues millones de personas alrededor del mundo visten ropas color rosa y acuden a las salas de cine a ver Barbie. Es meritorio reconocerlo, aparentaba ser un filme banal y sorprendió con reflexiones sobre la condición de la mujer, la fuerza opresora del patriarcado y los condicionamientos de la sociedad capitalista.
Sin embargo, no es de extrañar que esta película traiga decepciones a algunas personas que se esforzaron por conseguir el boleto. Posiblemente, ansiaban ver una comedia ligera, y pensaron en convertir los pasillos de los cines en pasarelas para presumir de sus atuendos. Sin embargo, esta película ofrece otras posibilidades de pensamiento sobre nuestra existencia.
Para sacar provecho de la propuesta fílmica de la directora Greta Gerwig, se debe poseer lo que Pierre Bourdieu y Jean-Claude Passeron llamaron un capital cultural, no solo integrado por conocimientos interiorizados gracias al sistema educativo, pues se trata de contar con capacidad crítica para entender lo que ocurrió en el pasado, meditar sobre el presente y ejercer propuestas de mejoramiento para la sociedad del futuro.
Por ello, vale la pena preguntar si nuestros estudiantes están preparados para reflexionar. Bien se sabe que la mayoría de los alumnos de primaria y secundaria leen poco y que es baja la capacidad de comprensión de lo leído.
Estas afirmaciones se sustentan en lo expresado en los últimos informes sobre el estado de la educación, y en los resultados de las pruebas PISA. Con un panorama semejante, es probable que pasen por alto los alegatos de Barbie sobre la dominación masculina. También se podría hacer caso omiso de las reflexiones de la muñeca sobre su cuerpo, pues se encuentra predestinada a ser perpetuamente joven, alegre y bella, según estándares empresariales.
Dualidad en la representación de Barbie
La obra se inicia con una tesis ingenua, y si se desea, optimista. Sostiene que la irrupción de Barbie en el mercado trajo como consecuencia la liberación de las mujeres, ya que antes las niñas jugaban a ser madres y amas de casa. Debe considerarse que la escultural muñeca apareció en las urnas de las tiendas en 1959.
Eran los tiempos de la Guerra Fría y, para entonces, Simone de Beauvoir había publicado El segundo sexo y en varios países de América (incluido el nuestro) se había oficializado el voto femenino.
A pesar de ello, la vida de la muñeca no es tan de color rosa como muchos de sus vestidos. Ella habita en una casa que prácticamente no tiene paredes, como son esas estructuras de fantasía que se les dan a las niñas para que se pueda ver lo que ocurre dentro. En otras palabras, se trata de un ser que no tiene derecho a la intimidad.
El personaje principal de la película es la Barbie arquetípica, que tiene la diversión como prioridad de vida; sus tareas cotidianas consisten en jugar en la playa o participar en fiestas por la noche. Pero existen otras Barbies que tienen un rol establecido, como el de astronauta, presidenta o premio nobel de literatura.
Debe anotarse que en la casa de ninguna de ellas se aprecia una biblioteca. En otras palabras, se pueden convertir en profesionales triunfadoras sin hacer el mínimo esfuerzo, tan solo lo logran con ponerse un traje.
Como dato curioso, en una edición de la muñeca de 1963, llamada Barbie baby-sits, aparecía el accesorio de un diminuto libro titulado Cómo bajar de peso, en cuya contraportada se aconsejaba contundentemente: “No coma”. Este hecho despertaría el horror hoy, seis décadas después, con los avances sobre los estudios de los trastornos alimentarios en la niñez y la adolescencia.
Con bajos índices de comprensión lectora, tampoco se podría reflexionar sobre los esfuerzos de Ken por perpetuar el patriarcado después de encontrar unos libros en una biblioteca escolar. Las investigadoras Sandra Gilbert y Susan Gubar señalaban en la década del 70 que la labor de la escritura se había concebido como un oficio sobre todo masculino, y el muñeco comparte esa convicción.
En una de las escenas, los altos ejecutivos de la empresa Mattel tratan de aprisionar a Barbie dentro de su caja. Ella huye y se resiste a ser condenada a ese destino. En cambio, multitud de espectadores hacen largas filas para tomarse una fotografía encerrados en ese empaque rosado. Es posible que se sientan muy cómodos allí dentro.
El autor es profesor de Literatura Infantil en la UCR y la UNA.