Uno de los principales objetivos de la política de atracción de inversión extranjera directa (IED) es aprovechar sus potenciales beneficios directos, como inversiones, generación de empleo, tecnología de punta, conocimientos, exportaciones y redes de proveedores locales.
Los canales de interacción se benefician mediante el derrame de productividad (productivity spillovers) cuando las empresas nuestras absorben parte de los conocimientos, tecnologías y prácticas gerenciales de las filiales que operan en el país anfitrión.
En un reciente estudio de la Academia de Centroamérica, estimamos los beneficios intangibles de la IED para las multinacionales en zonas francas y fuera de estas, durante el período 2010-2017, asociados a la participación de proveedores domésticos en las cadenas de suministro y con la movilidad de trabajadores locales.
Las empresas domésticas que participan en las cadenas globales de valor consiguen un ritmo más alto de industrialización y obtienen derrame de conocimiento tecnológico, mejores prácticas administrativas y de producción, que las torna más productivas.
El incremento de la productividad derivado de su relación comercial adquiere especial importancia en países de ingresos medios altos, como Costa Rica, ya que el crecimiento de la productividad es la característica distintiva entre los de ingreso medio-alto que han transitado hacia países de ingreso alto y aquellos que no.
Costa Rica alcanzó un crecimiento económico moderado y estable desde la mitad de la década de los ochenta (excepto durante la pandemia de covid-19), con una enorme contribución a la diversificación productiva a través del comercio internacional y la atracción de IED, junto con otras políticas asociadas con la apertura económica y la integración con la economía global.
En el cambio estructural, las zonas francas de exportación desempeñan un papel estratégico. Al 2021, las operaciones de empresas establecidas ahí produjeron el 53 % de las exportaciones del país, representaron un 57 % de la IED y más de 187.000 empleos de elevada productividad (con una participación de empleo femenino del 43 %). Por otra parte, ayudan a la recuperación de la economía después de la pandemia.
Productividad y salarios
El trabajo de la Academia muestra la cuantificación del aumento de la productividad que las firmas domésticas experimentan al proveer por primera vez a las multinacionales y la prima salarial que obtienen los trabajadores, incluida una visión de género.
Un aporte es la exploración de la heterogeneidad de estos efectos por la diferencia en la intensidad tecnológica de las multinacionales, sector productivo, ubicación geográfica (dentro o fuera de la Gran Área Metropolitana), operación de ellas en el régimen de zonas francas o fuera de este, el comportamiento de las ventas y la probabilidad de exportar de las proveedoras locales.
En general, los beneficios son mayores cuando se consideran las empresas multinacionales en las zonas francas versus cuando se toman en cuenta solo las que están fuera del régimen. En el caso de la productividad, las primeras obtienen un incremento del 12 al 23 %, y las segundas, un 5 %.
En lo relacionado con las primas salariales de los trabajadores, la diferencia es un 14,3 % las primeras contra un 6,2 %, las segundas.
La ganancia en productividad de las empresas domésticas que suplen a las multinacionales en zonas francas y fuera del régimen oscilan entre un 16 y un 26 %. Hay un impacto en el crecimiento de las ventas de estas proveedoras, de entre un 51 y un 54 % en el período analizado. No menos importante es que la probabilidad de convertirse en exportadoras se incrementa para las empresas proveedoras en 8 puntos porcentuales gracias a los encadenamientos con las multinacionales.
El beneficio intangible agregado total (sumando derrames de productividad y prima salarial) representó de un 2 a un 2,7 % del producto interno bruto (PIB) durante el período 2010-2017.
Al tomar en cuenta las exoneraciones fiscales del régimen de zonas francas y compararlas con los beneficios intangibles agregados totales, el monto de las externalidades positivas en el citado estudio resultó ser mucho mayor que el de las exoneraciones, hasta 1,5 y 2,3 veces durante el período 2010 a 2017.
Cambio de modelo
Los anteriores resultados destacan la necesidad de apoyar el desarrollo de proveedores domésticos (actuales y potenciales) mediante un programa basado en la gestión avanzada (mejora de capacidades productivas).
El programa debería incluir elementos clave de un exitoso ecosistema emprendedor dentro de un enfoque ampliado de políticas de desarrollo productivo con énfasis en el fortalecimiento de la productividad de las micros, pequeñas y medianas empresas (pymes).
En otras palabras, pasar de un modelo de promoción de encadenamientos productivos basado en la identificación de necesidades de las multinacionales y potenciales proveedores (matchmaking) a uno de apoyo integral de los proveedores domésticos actuales y potenciales (gestión avanzada). Un esfuerzo aún pendiente.
La alianza anunciada por el Departamento de Estado de los Estados Unidos con Costa Rica para promover el desarrollo de semiconductores es una gran oportunidad para aumentar los beneficios tanto tangibles como intangibles de la IED.
Como lo señaló Víctor Umaña en su artículo “Incentivos para la fabricación de semiconductores”, la oportunidad es comparable al establecimiento de Intel en 1997. Pero debemos tener claro que aprovecharlo demandará conformar un equipo interdisciplinario, donde participen las empresas, el Estado y la academia, coordinado por la más alta autoridad política, como se hizo cuando vino Intel.
El autor es presidente de la Academia de Centroamérica.