La sabiduría popular aconseja no prestar oídos a las palabras necias, tal vez, porque eso significa conferirle un grado de importancia a quien no merece ser escuchado.
Por ello, la absoluta indiferencia debería ser la receta para responder al presidente de El Salvador, Nayib Bukele, quien puso en entredicho la labor de nuestro sistema sanitario en el combate de la pandemia. Pero qué va, no se puede.
Con pavorosa ligereza y sospechosas intenciones, Bukele acusó a Costa Rica de reducir intencionalmente la cantidad de pruebas diarias para dar “la percepción” de haber aplanado la curva de casos de la covid-19.
¿Y qué sabe él de la forma como nuestras autoridades manejan la crisis? Nada, y así quedó demostrado el martes, cuando afirmó que en Costa Rica se efectúan 160 pruebas diarias, pero el promedio real es 247 al día.
En este punto, la malicia indígena le dice a uno que hay gato encerrado. ¿A qué viene esta crítica gratuita en contra del esfuerzo de un país reconocido en el mundo por los resultados positivos logrados hasta ahora?
Resulta que Bukele lanzó su ruin comentario en el preciso momento en que enfrenta cuestionamientos por supuestas violaciones a los derechos humanos, cometidas por la Policía y el Ejército so pretexto de la atención de la emergencia sanitaria.
Además, tal parece que la bota militar con la cual ha intentado evitar la propagación del virus no ha dado los resultados prometidos y, más bien, ha sido caldo de cultivo para un aumento de la violencia en tierras salvadoreñas.
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Claro, entonces, si se comparan las 14 muertes por covid-19 que tenía El Salvador el martes con las 6 que reportaba Costa Rica ese mismo día, sus críticos tendrán más argumentos para cuestionar sus métodos militares.
Bukele llegó al poder hace diez meses. En su momento, fue considerado el presidente “más cool del mundo” por utilizar Twitter para dar órdenes a sus colaboradores y tomarse selfis para presumir ante sus seguidores.
Hoy, su estilo impulsivo, populista y dictatorial comienza a generar inquietud dentro y fuera de El Salvador.
Por ello, la doble infamia de Bukele no es solo tratar de enlodar la exitosa gestión de nuestras autoridades sanitarias, sino también tratar de fabricar una distracción con el propósito de no tener que dar cuentas por los errores y abusos cometidos.
rmatute@nacion.com
Ronald Matute es jefe de Información de La Nación.