Al echar una mirada por el retrovisor, las imágenes del camino andado por la humanidad en el último año nos dejan una extraña mezcla de sinsabor y esperanza.
El mundo sigue girando, el sol se sigue levantando en la mañana, la orquídeas siguen floreciendo con el rocío, el ser humano sigue respirando... la vida continúa.
Sin embargo, es indudable que ya no somos los mismos de ayer. Un organismo microscópico, invisible, dio un giro irreversible a nuestras vidas.
La pérdida de seres queridos debido a una enfermedad tan contagiosa como impredecible es una llaga ácida que quedó grabada en el corazón de muchas familias.
El cierre de negocios y el desempleo son dagas mortales para millones de personas que, en un santiamén, vieron derrumbarse sus sueños y proyectos.
Y el confinamiento, aunque muy necesario para prevenir una mayor propagación del coronavirus, globalizó una nueva forma de relacionarnos con los demás: a distancia.
Sin embargo, tal vez, uno de los principales aspectos que puso a prueba esta pandemia es nuestra capacidad de adaptarnos, de evolucionar para seguir adelante.
Las abruptas medidas tomadas al principio, cuando surgió la covid-19, se fueron modificando y ajustado a partir del ejercicio elemental de prueba y error.
La ciencia, la tecnología y la industria se tornaron en protagonistas de primera línea en la búsqueda de soluciones para hacernos más llevadero el mal momento.
LEA MÁS: Primer muerto por covid-19 en Costa Rica: pediatra alajuelense de 87 años
Desde las mascarillas, el alcohol en gel, la entrega de comida a domicilio, la educación virtual, TikTok, el teletrabajo y las vacunas, en fin, la humanidad buscó cómo sobrevivir.
Incluso, ha sido una oportunidad para contemplar con mayor atención el daño que le hemos venido causando durante generaciones al ambiente y ya sufrimos las lamentables consecuencias.
La crisis también exhibe, con notable realismo, las profundas desigualdades existentes en nuestras sociedades y, con ello, nos brinda una excelente ocasión para tratar de corregirlas.
Pero en el balance de cosas malas y cosas buenas, es indudable que este año nos deja enormes aprendizajes. Ahora queda en cada uno de nosotros decidir cómo queremos usarlos.
rmatute@nacion.com