Es necesario analizar objetivamente si el complejo Ministerio de Educación (MEP) es eficiente, a partir de los resultados y su millonario presupuesto. Los números de deserción son alarmantes. Los alumnos abandonan las aulas durante los primeros meses o al final del curso lectivo por problemas familiares, sociales, falta de motivación o un entorno socioeconómico complicado.
La mayoría de las salidas obedece a la incapacidad de integración del alumno con su centro educativo y porque dar seguimiento a estudiantes en riesgo de deserción es complicado en razón de las cargas administrativas que el sistema impone a los educadores debido a la forma como está estructurado el MEP.
La educación pública de mala calidad es una de las principales causas del aumento de la pobreza y la brecha social. La decepcionante calificación en las pruebas PISA debe llevar a la reflexión. No hay igualdad de oportunidades. El sistema es rígido, vertical, obsoleto y sin evaluación interna.
A nadie le preocupa modificar la estructura ni dar libertad a los educadores y centros educativos. La situación nos pasa una factura muy cara, en vista de la ausencia de innovación, flexibilidad, creatividad y competitividad.
Educación de calidad
Debemos preocuparnos. Los educandos deben ser bien atendidos desde la infancia y asignarles educadores debidamente seleccionados y evaluados. La gran pregunta es si el modelo es equitativo y competitivo. ¿Podremos con la burocracia, rigidez y centralismo del MEP utilizar métodos de enseñanza innovadores para fomentar la curiosidad, la creatividad, el pensamiento crítico? ¿Hablarán los estudiantes inglés fluidamente como exige el mercado laboral? ¿Estamos dispuestos a seguir perdiendo posiciones en las pruebas PISA por la poca productividad del MEP? ¿Nos resignaremos a ver cómo se pierde la capacidad de redacción o las habilidades para las ciencias y las matemáticas? ¿Seguiremos efectuando cambios cosméticos? ¿Está el gobierno dispuesto a llegar a acuerdos con los educadores para incorporarlos en un nuevo modelo educativo?
Mejorar será imposible si se mantiene intacta la estructura vertical, rígida, costosa e ineficiente del MEP. Para incrementar la calidad es necesario un modelo de concesión a cooperativas, fundaciones o asociaciones conformadas por los mismos educadores, dirigentes comunales y representantes de los padres.
Con ciertas métricas, estos grupos organizados tendrían la responsabilidad de la selección de libros, métodos, exámenes, gestión, control, dirección, responsabilidad, calidad y resultados, basados en mayor capacidad administrativa, presupuesto según resultados, responsabilidad, mantenimiento de los inmuebles que arrienden, conectividad, equipamiento, innovación, planificación y personal.
El modelo que propongo estaría a cargo de un consejo de apoyo escolar elegido por un período de tres años, formado por tres representantes municipales y dos del MEP, quienes serán garantes de que los centros educativos, dados en concesión, cumplan con los estándares educativos y regulaciones del contrato.
La labor del MEP se centraría en llevar a cabo los concursos de concesión, bajo la supervisión de la Contraloría, en forma transparente, tomando en cuenta la productividad y los objetivos de mejoramiento de los productos ofrecidos y las garantías.
Modelo de concesión
Este modelo de concesión o tercerización no significa la privatización de la enseñanza pública, sino el paso necesario para acabar con las graves diferencias en la calidad de los servicios educativos ofrecidos por el MEP. Solo una educación pública de buena calidad reducirá las grandes diferencias de clases sociales.
Este modelo es ejecutable por etapas. Así podremos medir la productividad. Desafortunadamente, se sigue pensando en un Estado que ejecuta, pero no mide resultados. Hemos aumentado los presupuestos, pero nadie analiza el costo-beneficio.
No pospongamos más los grandes cambios en el sistema educativo público. El futuro de la educación está muy ligado al aprendizaje personalizado, basado en las habilidades, ritmos de aprendizaje y necesidades de cada estudiante. Esta realidad obliga a tener un sistema educativo competitivo y flexible.
La pandemia aceleró la necesidad del aprendizaje en línea, de conectividad, del inglés y de la alfabetización digital tanto de maestros como de alumnos, lo que obliga al país a transformar su inflexible y vertical sistema educativo.
Solo con un modelo concesionado será posible utilizar la tecnología por el bien de los estudiantes y centros educativos. No nos engañemos creyendo que el MEP puede liderar esta revolución, porque los resultados están a la vista.
El autor es ingeniero.