¡Qué semanita! ¿Dónde posar la mirada? No termina de asentarse una noticia escandalosa cuando otra le cae encima. El jueves 11 desayunábamos con una especialidad local, el caso Azteca: una organización narco y empleados de Acueductos y Alcantarillados están supuestamente vinculados a un esquema de corrupción con obra pública y blanqueo de capitales. Al día siguiente se informa sobre conversaciones entre un candidato a diputado y el líder de la banda, al que el candidato llamaba «jefe», según las escuchas. Mala señal: posible penetración del narco en la política electoral.
El sábado 13 nos enteramos de que la conferencia mundial sobre el cambio climático (COP26) termina su período de sesiones sin acuerdo, por las objeciones de varios países y de poderosos sectores ligados a los combustibles fósiles. Los países siguen negociando fuera de límite para llegar a algún tipo de acuerdo. Pésimas noticias para un mundo que padece una grave crisis climática. Al día siguiente, logran un compromiso que deja a todos insatisfechos. O sea, el planeta en vilo.
Pasan horas y mi WhatsApp empieza a arder con mensajes gritones que me previenen de que estamos a punto de convertirnos en una nueva Cuba, debido a un intento de espionaje político con niños de primaria. Es el escándalo de las pruebas FARO, que coge temperatura política a lo largo del fin de semana. Problemas en el diseño de esta prueba estandarizada y, quizá, roces con la legislación de datos personales, les cuestan la cabeza a la ministra de educación, su viceministra académica y al director del departamento de evaluación del MEP. Autogol y pruebas canceladas: sistema educativo a oscuras.
El lunes, cuando aún procuro entender bien el escándalo FARO, teorías conspirativas aparte, estalla una bomba: la Operación Diamante. 600 agentes judiciales allanan decenas de lugares y detienen a seis alcaldes, varios funcionarios de gobiernos locales y un gerente de la empresa Meco. Hay políticos poderosos, muy bien conectados. Hiede la contratación de obra pública municipal, en mucho por podredumbre que emana del sector privado. Cada día, una telenovela.
¡Nos jodimos, Varguitas, nos jodimos! Allá, al fondo, se oye el ruido de la campaña electoral, con candidatos hablando de la luna y las estrellas. Solo falta —¡ay, mamita!— que salte el líder providencial, incorruptible, que todo lo arreglará.
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El autor es sociólogo.