Ni los troles de Vietnam, ni los perfiles falsos, ni los servicios de mano izquierda consiguen disimular la aguda crisis de identidad que afronta el chavismo.
La lucha abierta que libran cuando menos tres bandos por convertirse en los guardianes de las llaves del movimiento confirma un secreto a voces: su falta de cohesión.
Ante la ausencia de ejes programáticos, ideológicos y de pensamiento que los aglutine, el único factor común que parecen tener estas tres corrientes es el culto a su líder.
En esta batalla tridimensional está clara la intención de colocar figuras en posiciones clave de cara a la incursión del chavismo en las próximas elecciones municipales.
Lo anterior genera la extraña coexistencia del Partido Progreso Social Democrático (PPSD) con los recién formados Partido Pueblo Soberano (PPSO) y Aquí Costa Rica Manda (ACRM).
En el caso de la primera agrupación, que aceptó prestar sus colores a la campaña presidencial de Rodrigo Chaves, está claro que existe una ruptura insalvable.
Mientras los fundadores del PPSD intentan retomar el control de su divisa, los acólitos del mandatario abrazaron otra bandera, pero sin renunciar a las ventajas del oficialismo.
Resulta, entonces, que nueve diputados de Progreso Social Democrático dieron su apoyo público a ACRM sin mencionar siquiera la posibilidad de declararse independientes.
Dicha maniobra podría significar una estocada mortal para un partido que, sin el respaldo de estos legisladores, pierde fuelle para obtener puestos en los futuros ayuntamientos.
Otro de los damnificados parece ser el PPSO, creado por una funcionaria de la Casa Presidencial y que se autodenominó representante del “auténtico rodriguismo”.
En un principio, esta agrupación se perfilaba como la nueva casa del chavismo, pero las dificultades para conformarla propiciaron la búsqueda de un plan B.
Fue entonces cuando un grupo cercano al presidente tomó el control del Partido Fuerza Nacional para rebautizarlo como Aquí Costa Rica Manda.
Durante este proceso de brincos y socollones, que no sabemos si ha terminado, quedaron esparcidas las aspiraciones de muchos que creían ser parte de la pomada.
Está por verse si un movimiento 3D, que no sabe si es oficialismo, oposición o todo lo contrario, logrará finalmente hallar la congruencia que nunca ha mostrado.
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El autor es jefe de información de La Nación.