El Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) publicó al fin, esta pasada semana, los resultados definitivos de la votación para diputados del 4 de febrero, que permiten analizar con cuidado lo que pasó. Así, confirmó lo que las deficiencias matemáticas predecían del actual sistema de elecciones legislativas: los parámetros electorales no maximizan la representación de cada diputado en la asamblea.
Gracias a las particularidades del actual sistema de cocientes y subcocientes, algunos candidatos se van para la casa con las manos vacías, a pesar de representar a una cantidad mayor de votantes que el actual ganador. Da pena. Merece cambiarse.
Parece mentira, pero el PLN obtuvo dos diputados por Guanacaste con 32.486 votos y el cociente (total de votos válidos/curules) en esa provincia fue mayor: 34.766. Este tipo de aberraciones resultan del anacrónico Código Electoral y el arbitrario subcociente (50 % del cociente).
Este año, cinco personas resultaron electas al Congreso gracias al arbitrario, pero legítimo, sistema de subcociente. Bajo un sistema más justo, equitativo, menos antojadizo, y si se quiere, más representativo, como el método D’Hondt/Jefferson, otros cinco costarricenses irían a Cuesta de Moras el próximo 1.° de mayo.
La definición del mínimo de votos requeridos para optar por un diputado como el 50 % del cociente es una ocurrencia arbitraria. A los legisladores se les pudo haber ocurrido definir ese mínimo como el 45 % del cociente o el 52 %; cualquier cifra sería igual de arbitraria. Por eso, en 1791, Thomas Jefferson, al diseñar el sistema para asignar a los estados curules a la Cámara de Representantes, buscó un método que no establece ningún mínimo arbitrario, sino que asigna los escaños a los partidos (estados, en su caso) maximizando la representación ciudadana.
Elección legal. No cuestiono para nada la legitimidad de la elección al Congreso de Zoila Rosa Volio, en San José por el PIN; de Dragos Dolanescu, en Alajuela por el PRSC; de Aida María Montiel, en Guanacaste por el PLN; de Giovanni Gómez, del RN; y David Gourzong del PLN en Limón. No tengo el placer de conocer a ninguno. Todos ganaron su curul en buena lid, de acuerdo con lo dispuesto en el Código Electoral.
Sin embargo, todos ellos representan a menos votantes que otros candidatos de otros partidos en sus respectivas provincias. En Cartago, Heredia y Puntarenas, todos los candidatos electos representan al máximo número de electores posible según la votación para cada partido en cada provincia.
El sistema de subcociente, por casualidad, no por diseño, sí maximizó la representación ciudadana. Pero en las otras cuatro provincias no sucedió lo mismo.
Reitero, el PLN obtuvo en Guanacaste dos diputaciones con 32.486 votos; así, cada diputado del PLN representará a 16.243 votantes. Pues resulta que el PIN obtuvo 17.095 votos. En otras palabras: si Jorge Arturo Alfaro, del PIN, hubiese sido elegido, representaría a más votantes que Aida María Montiel.
El caso del segundo diputado del PLN en Guanacaste es inverosímil, pero, aunque no lo crean, no es único. ¡En Limón ocurrió lo mismo! El PLN, sin siquiera llegar al cociente, también obtuvo dos diputados. Quizá este caso es peor, pues el PLN recibió muchos menos votos que el cociente de Limón: obtuvo nada más 22.520 votos cuando el cociente de la provincia fue de 30.211, y con ese magro resultado el Código Electoral le otorgó dos curules. A mí no me suena. Pero los absurdos en Limón no terminan con el PLN.
Restauración Nacional (RN) obtiene tres curules en Limón con apenas 35.164 votos. Cada diputado del RN en Limón representará a solo 11.721 votantes. Mientras tanto, María Marta Carballo, del PUSC, y Rubén Acón, del Auténtico Limonense, hubiesen representado a más electores con 14.564 y 13.661 votos respectivamente, pero no les favoreció el sistema.
Aunque los resultados de San José y Alajuela no paran el pelo tanto como los de Guanacaste y Limón, tampoco tienen sentido. En Alajuela, el partido Republicano Social Cristiano (PRSC), el del doctor, obtiene una curul con 20.237 votos. Los evangélicos del RN logran apenas dos, pese a haber recibido 86.719 votos. De haber recibido tres, cada congresista del RN en Alajuela representaría a 28.906 electores; 8.000 y pico más de los que representa Dragos del PRSC. Para mí, sería más democrático que a Gabriela Castillo del RN (a quien tampoco conozco) fuera diputada electa.
Idea equivocada. Un sistema que maximice la representación no beneficia, necesariamente, a los partidos mayoritarios como señalan algunos críticos. Con el sistema propuesto, RN perdería un diputado en Limón y ganaría uno en Alajuela. Igual le ocurriría al PIN: obtendría un diputado más; sin embargo, lo perdería en San José.
En esta provincia, el PIN obtuvo dos diputados con 51.804 votos; cada cual representa a 25.902 electores. A su vez, la Unidad logró la elección de solo tres representantes, pese a que 114.201 electores votaron por el PUSC en San José.
Si en lugar de tres, el PUSC hubiese obtenido cuatro diputados, cada uno (incluyendo a Juan Ramón Chacón, que no llegó al Congreso) representaría a 28.550 electores; casi 3.000 más de los que representan los dos diputados del PIN.
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Ni Juan Ramón, ni Gabriela, ni Jorge Arturo, ni Manuel y tampoco Rubén recibirán la gloria de los demás congresistas el 1.° de mayo próximo. Sin embargo, podrán contarles a sus nietos que en las elecciones diputadiles del 2018 ellos hubiesen representado a más votantes de los que terminó representando un contrincante suyo que sí resultó electo.
Con la segunda ronda presidencial encima, los magistrados del TSE difícilmente se van a preocupar de revisar los resultados de la elección de diputados del 4 de febrero, que ocurrió con pena y sin gloria, y mucho menos de leer este artículo.
Ojalá, después de su merecido descanso, mediten sobre los guarismos e impulsen esta urgente reforma.
aurbinag@gmail.com
El autor es exdirector de La Nación.