El turismo, especialmente en marzo y Semana Santa, pudo ser uno de los disparadores de la devastadora ola pandémica actual, según los datos de incidencia de covid-19 en casi 500 distritos analizados.
En los 20 que más dependen del turismo (un 25 % o más de la fuerza de trabajo empleada en los sectores de alojamiento o comidas) la tasa de incidencia relativa de covid-19 en los tres meses anteriores a febrero fue, en promedio, 1,35 veces la del resto del país.
En estas comunidades turísticas, que incluyen lugares como Tamarindo, Sámara, Santa Teresa, Jacó, Manuel Antonio o La Fortuna, se estaban diagnosticando un 35 % más casos que en las no turísticas, aunque semejantes en tamaño poblacional, ruralidad, desarrollo socioeconómico o cantidad de inmigrantes, características cuyos efectos se controlaron con métodos de regresión estadística.
Este mayor efecto del virus en los destinos turísticos, que en ese momento debió ser motivo de intervención sanitaria, se elevó dramáticamente en febrero y, especialmente, en marzo, para llegar a 3,5 en la Semana Santa, es decir, que entre los residentes en lugares como Tamarindo se estaban diagnosticando en los días santos casi cuatro veces más casos que en otras comunidades.
Y es precisamente en ese lapso de siete días cuando se produjo la conocida avalancha de turistas desde el Valle Central. Puede decirse que se metieron en un avispero.
LEA MÁS: Demógrafo asegura que Costa Rica alcanzó pico de ola pandémica, pero clama por mantener cautela
Regreso contaminado. Un buen número de ellos, con toda probabilidad, se contagió y a su regreso a casa infectó a familia, amistades, gente en reuniones y compañeros de trabajo, el gimnasio, el salón de belleza y similares.
Es conocido que la nueva ola pandémica es más fuerte en comunidades de clase media que en las de clase trabajadora, al contrario de lo ocurrido en la ola del año pasado.
El turismo internacional pudo ser el detonante de esta cadena de eventos epidémicos, tanto por contagios de turistas a residentes como, y principalmente, por haber importado las nuevas variantes más contagiosas del coronavirus.
Costa Rica abrió sus fronteras aéreas a todo el mundo el 1.° de noviembre. Solamente en marzo ingresaron cerca de 90.000 turistas, un 52 % más que en febrero.
La anterior descripción es para libro de texto sobre la forma como actúa un disparador de contagios, como lo fue el pozo de agua contaminada de la calle Broadwick en el Soho de Londres, identificado por John Snow (no, no es el de Juego de tronos), fuente de la propagación del cólera en 1854 y que dio origen a la epidemiología moderna.
Diagnóstico de covid-19 en dos grupos de distritos
FUENTE: Elaborado por el autor con datos del Ministerio de Salud. || INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.
Comportamiento en escuelas. Como contrapunto de un no disparador, la línea roja en el gráfico muestra el curso de la incidencia de covid-19 en comunidades caracterizadas por su gran número de escolares (más del 25 % de la población).
En el gráfico también está marcada la apertura de centros educativos el 8 de febrero para apreciar el antes y el después de esta intervención.
La incidencia relativa de covid-19 en esas comunidades donde viven muchos escolares venía aumentando de 1,2 en noviembre a cerca de 1,5 antes de la reapertura. El lector puede legítimamente preguntarse si no sería la gran cantidad de niños y jóvenes deambulando en la casa o el vecindario una causal de este aumento.
Pero a partir de la reapertura se ve una clara caída del indicador de los contagios. Estas comunidades con muchos escolares pasaron de tener cerca del 50 % más de contagios que otros distritos a 10 % menos que otras zonas tres meses después de la reapertura de escuelas.
El lector aquí también puede preguntarse si la reapertura de escuelas en vez de incrementar las infecciones de covid-19 más bien las redujo.
Con el cierre de escuelas públicas, a partir del 24 de mayo y la reapertura que vendrá el 12 de julio, tendremos un cuasi experimento natural en el cual seríamos testigos de lo que ocurre con la línea roja del gráfico.
Si la educación presencial es una causa significativa de contagios, es de prever que la línea roja caiga debido al cierre de escuelas y suba luego de la reapertura en julio. Pero, si ocurre lo contrario y más bien la línea roja se eleva tras el cierre, estaríamos ante la inquietante posibilidad de que la presencia de niños y jóvenes en las escuelas más bien sea un elemento protector contra la covid-19.
LEA MÁS: Así se ve la curva de casos confirmados de covid-19 en Costa Rica al 24 de mayo
Confrontación de datos. Las dos situaciones descritas presentan un llamativo contraste con el proceder de las instituciones y personas relacionadas con el turismo y la enseñanza.
Mientras los trabajadores del sector educativo, de manera beligerante demandaron el cierre de escuelas y obtuvieron vacunación preferencial, los trabajadores del turismo no pidieron ni lo uno ni lo otro, a pesar de su aparente mayor riesgo ante el SARS-CoV-2, y más bien suplican al gobierno que no paralice sus actividades. La disparidad o inequidad es mayúscula.
Una vez que hayan sido vacunadas la personas más vulnerables, bien podrían las autoridades considerar la inoculación preferencial de los residentes en los destinos turísticos para evitar que se repita lo ocurrido en Semana Santa. Esto, dada la imposibilidad de prohibir el turismo como se clausuró el famoso pozo de la calle Broadwick.
El autor es demógrafo.