El gobierno puso al país en contravía, y esta locura se hace, imagine usted, en una autopista enorme, de seis u ocho carriles en un solo sentido, por la que va una creciente masa de vehículos eléctricos. Contra ellos, contra la corriente mundial, Costa Rica pretende abrirse paso con motores de gasolina y diésel. Verdaderamente, a fuerza de más humo y ruido.
Es tanta la demencia que, en esa autopista figurada, Costa Rica (preciso, el gobierno) coloca vallas publicitarias para invitar al mundo a construir aquí una refinería de petróleo, de seguro, en Limón, porque aún le ve futuro, o eso hace creer a los inversionistas con petrodólares. Es tanta la desesperación que hasta evalúa revivir la exploración y extracción de petróleo y gas.
Lo contradictorio es que el mismo gobierno de Rodrigo Chaves fue uno de los que firmaron el acuerdo de la COP28, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, en Dubái, en el cual 200 países se comprometieron a “hacer la transición lejos de los combustibles” con el fin de alcanzar la neutralidad de carbono en el 2050.
El compromiso, aunque insuficiente, es un mensaje al sistema financiero e industrial, y a inversionistas y organismos públicos y privados sobre cómo deben orientar sus decisiones.
Es imposible tapar el sol con un dedo. El mundo apostó por los autos eléctricos. La Unión Europea se propuso prohibir la venta de térmicos a partir del 2035. Incluso, Noruega, país al que Chaves pidió ayuda para la exploración de petróleo y gas, es líder mundial en movilidad eléctrica; allí, el 80 % de los autos inscritos en el 2022 eran de batería. En China, un 20 %; en Alemania, un 18 %; en el Reino Unidos, un 17 %, y en Estados Unidos, un 5 %. Aunque los estadounidenses toman acciones para aumentar la cuota al 67 % en el 2032.
En Costa Rica, el mercado de eléctricos crece como la espuma, pues a octubre representaba el 8 % (5.153) de inscritos y un acumulado de 12.000 unidades en una década.
En esas circunstancias, es vital que el gobierno de Chaves sea consecuente con lo que dice y firma en acciones contra el cambio climático. No puede llevar a Costa Rica, por intereses comerciales o por dinero, a girar contra el mundo, donde el uso de petróleo va de salida.
amayorga@nacion.com
El autor es jefe de Redacción de La Nación.
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