La inmediatez nos asalta inevitablemente. Pero el futuro suele presentarse de repente. Al calor del día, normalmente, las necesidades históricas quedan entre bambalinas. Mientras se atienden problemas inminentes, se inician apenas los cambios culturales conducentes a considerar pronósticos distantes. Las diversas civilizaciones humanas a eso estamos habituadas. Pero de repente ocurre, así opera la ley de Murphy, que dos eventos catastróficos colidan en el mismo instante. Cuando así acontece, lo eventual se vuelve inmediato y en el orden del día se combinan y contradicen las urgencias.
Hace escasos meses, las naciones se congregaron en Glasgow para hacer causa común frente a la más grave cercanía del umbral de 1,5 °C de sobrecalentamiento de la tierra. Unanimidad retórica dio fe de la consciencia universal de ese inminente peligro. Creciente fue ahí la hegemonía de la cultura climática de la civilización humana. Pero hélas, también insuficiente, porque el discurso quedó corto de asumir urgentes previsiones a la altura del apuro ecológico aledaño.
Ya hasta los escépticos del cambio climático esconden su desvergüenza. Desde 1981, el Ártico está en una espiral de muerte. Se prevé que en 13 años se derretirá todo su hielo. Desde 1880, el nivel del mar subió más de 2, 5 cm y la tierra se recalentó 1,2 °C. En la India y Pakistán, las temperaturas llegan a 50 °C. En Verkhoyansk de Siberia un día fue tan cálido como Puntarenas en Costa Rica: 38 °C.
Porque el mundo seguía calentándose, el lerdo alejamiento del uso de energía fósiles demandaba acelerar el paso. Así estábamos cuando se desencadenó la guerra en Ucrania y el mundo se topó con dos enemigos simultáneos y contradictorios.
La dependencia del gas ruso en Europa frenó de tajo el abandono irrestricto del carbón. Por doquier, la inversión bélica restringe recursos destinados a energías limpias. El alza de combustibles hace impensable alimentar aún más esa inflación con energías limpias más costosas. Son dos guerras y parece improbable que puedan enfrentarse simultáneamente.
Mientras se atiende el llamado a las armas, se rompe el contexto de entendimiento de acción colectiva contra el calentamiento global. La hora bélica predomina sobre riesgos climáticos y, en tanto, el futuro nos alcanza.
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Velia Govaere, exviceministra de Economía, es catedrática de la UNED y especialista en Comercio Internacional con amplia experiencia en Centroamérica y el Caribe. Ha escrito tres libros sobre derecho comercial internacional y tratados de libre comercio. El más reciente se titula “Hegemonía de un modelo contradictorio en Costa Rica: procesos e impactos discordantes de los TLC”.