Desde que arrancó hace dos años el proceso de incorporación a la OCDE, sus expertos han presentado diagnósticos y recomendaciones. Todo indica que nuestras autoridades ven estas observaciones como un bufé: solo les interesan las cosas que dan luz verde a su voracidad fiscal.
La OCDE nos ha dicho varias verdades incómodas. Cuando nuestro establishment se autofelicitaba por el mandato constitucional del 8 % del PIB a la educación, la OCDE advirtió que Costa Rica es el país que más gasta proporcionalmente en ese rubro –comparado con los 35 que pertenecen al club– pero a la vez es de los que obtienen peores resultados. La respuesta fue un silencio sepulcral.
La OCDE también señaló que la razón por la que somos un país tan caro es por la poca o nula competencia en muchos mercados, como electricidad, combustibles, arroz, azúcar, transporte marítimo, entre otros. Un tercio de los sectores económicos no están en competencia. De hecho, tenemos las regulaciones más restrictivas de mercado que cualquier otro país del club excepto Turquía. Se oyeron grillos en el fondo.
Sobre el gran nivel de informalidad que afecta a uno de cada cuatro trabajadores, la OCDE responsabilizó a las altas cargas sociales –37 % en Costa Rica versus 26 % promedio en los países de ese club– y a la complejidad del salario mínimo, el cual, además, es muy alto para los trabajadores no calificados –70 % del salario promedio, más elevado que los otros miembros de la OCDE exceptuando otra vez a Turquía–. Estos dos factores también explican nuestro alto desempleo. Se pudo escuchar la caída de un alfiler.
En política tributaria, la OCDE recomienda reducir las cargas sociales y la tasa del impuesto sobre la renta a las empresas –30 % en Costa Rica versus 24,6 % promedio en los países del club–. Pero también dice que hay que introducir un IVA superior al 13 % y bajar el mínimo exento del impuesto sobre la renta para las personas. Además, el secretario de la OCDE dijo que el paquete de impuestos que se discute en la Asamblea es “crucial” para el proceso de adhesión. Ahí las autoridades sí salieron a aplaudir.
Mi pronóstico es que el proceso de adhesión a la OCDE nos dejará muchos diagnósticos que acumularán polvo, pero para lo único que serán eficaces será para justificar nuevos impuestos.
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