Se nos acabó el Mundial con una final inédita entre los equipos que ofrecieron el mejor fútbol del torneo –junto con Bélgica, claro está–. De vuelta a la realidad, veamos cómo les iría a estos mismos 32 países en otro tipo de certamen: el de garantizar a sus habitantes los mayores niveles de libertad individual. Puesto que la evidencia empírica es contundente en que la libertad es un componente esencial del progreso, este es el Mundial que más importa.
Para ello, repasemos el índice de libertad humana del Cato Institute, que mide cuán libres son 159 naciones mediante un análisis cuantitativo de 12 áreas que definen las libertades personales y económicas: Estado de derecho, seguridad personal, libertad de movimiento, libertad religiosa, libertad de asociación, libertad de expresión e información, autonomía de identidad y relaciones personales, tamaño del Estado, sistema legal y protección de la propiedad privada, estabilidad monetaria y regulaciones.
En esta competición, la final sería entre Suiza y Australia, con los europeos alzando la copa al superar a los aussies con una nota de 8,89 versus 7,99. El tercer lugar iría para Dinamarca, que vence a Inglaterra –representando al Reino Unido– en un duelo cerrado de 8,56 a 8,55. En los cuartos de final, Suecia también alcanzaría un puesto destacado al quedar de quinto, seguido por Alemania –a diferencia del papelón que hizo futbolísticamente–, Bélgica y Portugal.
A los octavos de final se clasificarían Japón, Corea del Sur, España, Islandia, Polonia, Francia y –¡aquí sí se pudo! – Costa Rica. Pero, al igual que en la cita futbolera, el Mundial de Libertad Humana no sería bueno para los países americanos porque quedarían eliminados en la primera ronda Uruguay (17), Panamá (19), Perú (20), México (22), Colombia (23), Argentina (24) y Brasil (27) –el jogo bonito no aplica a las libertades personales y económicas–. Rusia tendría una Copa de pesadilla, finalizando por arriba tan solo de Nigeria, Arabia Saudita y Egipto.
En realidad, no estamos ante un juego. Los resultados del índice de libertad humana muestran que hay una fuerte relación entre la libertad –bien entendida en todas sus dimensiones– y una multitud de indicadores de bienestar humano. A Costa Rica no le iría mal en este torneo, pero ojalá, al igual que en el fútbol, aspiremos a estar en la élite mundial.
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