Si algo refleja la debilidad de la administración Alvarado ante esta huelga es que Costa Rica padece de una parálisis de liderazgo político. No es algo de solo este gobierno: llevamos un par de décadas posponiendo grandes decisiones y optando por el “nadadito de perro”. Pero este palanganeo tiene un costo cada vez más evidente reflejado en un alto desempleo, un elevado costo de vida y, por supuesto, una bomba fiscal a punto de estallar.
En Revolution Française, Sophie Pedder, corresponsal de The Economist en París, analiza el sorpresivo triunfo de Emmanuel Macron en Francia. Me llamó poderosamente la atención los múltiples paralelos que trascienden entre esa nación y la nuestra. Pedder describe a una clase política gala capturada por el immobilisme y a un país donde las reformas estructurales “llegaron a inspirar miedo y atrincheramiento, nunca se discutían antes de las elecciones y, si se implementaban del todo, se hacían por la puerta de atrás”. Esto atizaba a los grupos de presión –especialmente a los sindicatos–, que casi siempre terminaban matando los ajustes en la calle.
Macron supo reconocer el hartazgo de la mayoría de los franceses con esta dinámica: “Mi percepción es que la opinión pública va adelante de los políticos. Creo que uno puede movilizar a la gente creando un consenso reformista de cara a una elección presidencial”, le dijo a Pedder en el 2016. Macron también concluyó que había figuras en distintos partidos que en gran medida compartían esta agenda, pero que eran “prisioneros de la lógica de las maquinarias partidistas”. La solución radicaba en quebrantar el statu quo aglutinando a los reformistas que creen en la globalización, la apertura y una sociedad abierta. Así nació En Marche.
Muchos comparten en nuestro terruño la lectura que hacía la clase política francesa antes de Macron: somos un país conservador que le teme al cambio. Pero la inminente crisis está haciendo que muchos entren en razón. O abrazamos una agenda reformista ambiciosa que nos saque del estancamiento o arriesgamos caer en una debacle de una década como Grecia o Puerto Rico.
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Pedder identifica la clave para romper con el immobilisme: las reformas que un candidato no vende en campaña tienen pocas posibilidades de ser implementadas en el gobierno. Los reformistas costarricenses debemos tomar nota de estas lecciones del fenómeno Macron.
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El autor es analista de políticas públicas.