Nos agarró tarde. Basta con ver los datos recientes sobre las colocaciones de bonos del Gobierno, los vencimientos de deuda que enfrenta Hacienda en los próximos meses, la sangría de reservas internacionales desde julio y el marcado deterioro en el tipo de cambio. La conclusión es evidente: no hay manera de evitar una crisis, incluso con la aprobación del paquete fiscal. Lo que corresponde es reducir su duración y aminorar su impacto.
El gobierno enfrenta una batalla contra la aritmética que todos conocemos: los gastos superan por mucho a los ingresos y continúan creciendo a un mayor ritmo. Pero también debe lidiar con otro enemigo no menos formidable: la pérdida de confianza de los actores económicos, que se traduce en menos inversión y consumo, tasas de interés más altas y una migración de ahorros de colones a dólares. Zapote achaca este fenómeno exclusivamente a la no aprobación del paquete fiscal, como si su ratificación bastara para que las aguas vuelvan a su cauce. Pero la falta de confianza trasciende la suerte del expediente 20.580.
Por ejemplo, el último comunicado de Moody’s indica que el país probablemente sufrirá una rebaja en su nota de crédito aun si se aprueba el plan fiscal. No solo la consolidación proyectada es insuficiente para estabilizar las finanzas estatales, sino que la calificadora también deja entrever que no existe confianza en la capacidad de la administración Alvarado de ejecutar reformas adicionales. Capacidad o interés. Lo cierto es que han pasado seis meses desde el arranque del gobierno y todavía no vemos señales claras sobre lo que sigue en materia de empleo público y reforma institucional.
Ni que hablar de la reactivación económica. Propios y extraños reconocen que se trata de un componente fundamental en el proceso de ordenamiento fiscal, puesto que, a mayor crecimiento, mayores ingresos tributarios. Sin embargo, los tímidos anuncios que ha hecho el gobierno no han calado en la confianza del empresariado. Asuntos vitales en esa agenda, como la apertura eléctrica, la flexibilización laboral y la Alianza del Pacífico, duermen el sueño de los justos por obcecaciones ideológicas. La crisis ya está aquí y para hacerle frente no basta el plan fiscal. El gobierno debe introducir un shock de confianza en múltiples frentes y eso requiere acciones contundentes. Ojalá el presidente Alvarado lo entienda.
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