El 2021 cerró con excelentes noticias provenientes del sector exportador. Según datos de Procomer, el país exportó bienes por unos $13.000 millones entre enero y octubre del 2021, un 25% más que en el mismo período del año anterior.
En dispositivos médicos, que representa la tercera parte de las exportaciones totales de manufacturas, el crecimiento fue un 36%, muestra clara de competitividad.
La industria alimentaria y el sector agropecuario tuvieron un desempeño notable, crecieron un 26% y un 6% respectivamente, no obstante su lucha contra los sesgos existentes en el país y los cuellos de botella nacionales e internacionales. Cabe señalar que una cuarta parte de las exportaciones se originaron fuera de la Gran Área Metropolitana (GAM).
La inversión extranjera directa (IED) también reportó resultados sobresalientes. Cinde anunció 103 nuevos proyectos de inversión, un 30% más que el año anterior. Estos incluyen expansiones y diversificación de operaciones (reinversión). De las 32 empresas que se establecieron en el país, 13 tienen la casa matriz en mercados no tradicionales para Costa Rica, como Brasil, la India e Israel.
Los efectos directos del sector externo son bien conocidos: creación de nuevos y mejores empleos, generación de divisas —cruciales para cubrir nuestras necesidades de importación—, encadenamientos con industrias locales, impuestos nacionales y municipales, mayores cuotas para la seguridad social y oportunidades de consumo.
Esfuerzo adicional
La convulsión causada por la pandemia de covid-19, la dislocación de las cadenas globales de valor, la crisis del transporte marítimo, los problemas en el suministro de energía y, sobre todo, la competencia internacional obligan a no dormirse en los laureles, por el contrario, el país debe continuar reinventándose en política comercial y atracción de inversiones.
Pese a los éxitos del sector exportador, algunos hechos deben llevarnos a la reflexión, pues el grueso del crecimiento de las exportaciones lo constituye lo que los economistas llaman el margen intensivo, es decir, el crecimiento de las exportaciones de industrias ya establecidas como las de dispositivos médicos o productos de la agricultura, entre estos piña y banano, por lo general hacia lo mismos mercados.
Un estudio reciente de mis colegas Ronald Arce y Porfirio Guevara del Incae lo confirma. La base del crecimiento exportador se concentra en las empresas, productos y mercados consolidados, mientras el aporte de productos, empresas y mercados nuevos es cada vez menor.
La situación pone en riesgo el dinamismo de las exportaciones y podría reducir los beneficios que se derivan de ellas para la economía costarricense.
Atender el problema debe ser una prioridad del próximo gobierno. La mejora, el aprovechamiento y la profundización de la plataforma comercial del país se hace necesaria.
Debemos asegurarnos de contar con el mejor acceso preferencial a la mayor cantidad de mercados posibles. Esto debe incluir el fortalecimiento de la participación en la Organización Mundial del Comercio, la modernización del Tratado General de Integración Económica Centroamericana y el aprovechamiento del TLC y el Acuerdo de Asociación entre Centroamérica y la Unión Europea, entre otros.
Debe reactivarse la expansión de la red de acuerdos, incluida la Alianza del Pacífico y los bloques comerciales de la cuenca del Pacífico, agenda que las dos administraciones consecutivas del PAC han dejado de lado. Asimismo, el Comex y Procomer deberán trabajar de la mano con el sector privado en programas para sacarles el jugo a los tratados de libre comercio y fortalecer la Dirección de Aplicación de Acuerdos Comerciales.
Renovación y diversificación de la oferta exportable
De la misma forma, el Comex y Procomer deben establecer un vigoroso plan de renovación y diversificación de la oferta exportable, que desafíe la tendencia actual de la concentración en pocas empresas y productos.
Sugiero particularmente la priorización de programas para la creación y fortalecimiento de empresas exportadoras, incluido financiamiento. Debe también potenciarse el Programa Descubre, lograr la transversalidad para la incorporación de otras agencias del Gobierno, aprovechar la imagen internacional por medio de la incorporación de los atributos sociales y ambientales y que la marca país —Esencial— dé réditos directos a los exportadores.
Los retos en atracción extranjera directa no son menores. Para empezar, pese al aumento de proyectos (nuevos y de reinversión), el monto de la IED en los últimos años ha venido en descenso, incluso hemos sido superados por Panamá.
La concentración de la IED en el régimen de zona franca no es casualidad. Costa Rica ha consolidado un modelo atractivo y estable que, sumado a las características del país, resultó ser una apuesta ganadora.
Además, se han promovido políticas dirigidas a la solución de fallas de mercado, que redundan en el establecimiento y crecimiento de clústeres industriales, cuyo efecto directo es atraer de forma autónoma más y mejor inversión en sectores como dispositivos médicos y servicios empresariales. El gobierno entrante deberá enfocarse en la defensa y fortalecimiento del régimen de zona franca y priorizar su expansión a las áreas rurales.
De los 103 proyectos anunciados por Cinde, solo 9 están fuera de la GAM. Según las estadísticas del Banco Central, la inversión extranjera en agricultura e industrias conexas arrojó resultados negativos en el 2019 y el 2020. La falla debe solucionarse de inmediato mediante una combinación de acciones por parte del Comex y Procomer.
Es preciso el establecimiento de un programa de atracción de inversiones fuera de la Gran Área Metropolitana, ejecutado por una entidad que comprenda las vicisitudes de la agricultura e industrias relacionadas.
Debe tener como objetivo no solo la atracción de empresas, sino también la creación de empleos dignos para costarricenses de todo nivel educativo. Para ello, deberá enfocarse en la solución de las fallas de mercado y en la remoción del sesgo agropecuario.
Las nuevas autoridades tienen la tarea de asegurar y fortalecer la autonomía y financiamiento del Comex y Procomer, y consolidar el papel del primero como rector de la política comercial y la inversión.
Víctor Umaña escribe para la sección de Opinión de La Nación desde el 2014. Es economista e investigador de políticas públicas con énfasis en economía política internacional y agricultura. Profesor universitario y miembro de la Academia de Centroamérica. Deportista. @victoruv