La celebración del Día de Acción de Gracias es una linda tradición de los norteamericanos (Estados Unidos y Canadá).
Es el día del año en que se reúnen las familias y los amigos para dar gracias por lo que tienen. Como no es un feriado religioso, lo celebran todos, y cada uno agradece a su dios, a su manera. Es un día en que todos los miembros de la familia, usualmente desperdigados por muchas partes, hacen un esfuerzo para reunirse. Más que en Navidad (o Janucá para los judíos). De ahí que se haya convertido en el fin de semana de mayor tráfico en aeropuertos y carreteras.
La tradición dicta que ese día se come pavo. Por eso muchos lo llaman el día del pavo (o del chompipe). Incluso, el presidente de Estados Unidos realiza una ceremonia en la que “indulta” un pavo. Los acompañamientos típicos son puré de camote, arvejas, salsa de arándanos y pastel de ayote. Todo un festín.
Después de la comilona, a hacer la digestión, sentados frente al televisor viendo partidos de fútbol americano. Y a alistarse para el día siguiente, que es cuando se va de compras, es decir, el banderazo de salida de la temporada comercial navideña, el llamado Black Friday.
El viernes negro es el de más ventas de todo el año para los comercios. Las tiendas compiten unas con otras, ofreciendo grandes descuentos. Es tal el frenesí que es usual ver más de una escena caótica de compradores peleando entre ellos por quedarse con la última pieza de la promoción.
Como a los costarricenses nos encanta copiar a los demás, algunas familias y amigos ya acostumbran a reunirse en estas fechas para celebrar el Día de Acción de Gracias. Con menú completo, pavo importado incluido, por supuesto.
No copiamos la tradición de ver fútbol durante las festividades, pero sí lo de las promociones del viernes negro. La gente corre a los centros comerciales y grandes supermercados a llenar sus bolsas y carritos. Sin embargo, como parece que 24 horas no son suficientes, aquí ahora inventaron el Black November. Un mes completo de promociones y bombardeo de publicidad, que nos invita a gastar el aguinaldo antes de recibirlo.
Lástima que la parte comercial empañe el verdadero mensaje que debería quedarnos de esta linda celebración: ser agradecidos por todo lo que hemos obtenido y conseguido durante este año, que ya casi termina.
El autor es economista.