A partir de ayer, Costa Rica es parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Lo trascendental para incorporarnos ya está aprobado, consolidado y asumido social e institucionalmente.
Por supuesto que, como se ha dicho en estos días, ahora viene la hora de la verdad, el gran desafío. Se trata de cumplir los compromisos asumidos y potenciar la concreción de esta oportunidad para impulsar mayor bienestar.
Integrar un grupo de países líderes por sus buenas prácticas políticas, económicas, sociales y ambientales no es un simple adorno para llevar en la solapa. Es un aguijón que nos reta.
Para avanzar de ahora en adelante, son muchas las teclas y motores que deberemos activar. A estas alturas del proceso, considero útil pasar revista a sus prolegómenos esenciales.
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Sin pretender agotar la lista, he identificado diez de particular importancia. Los resumo en igual número de notas puntuales, distribuidas en tres categorías: la naturaleza de la adhesión, el significado que proyecta y su impacto en el terreno.
Su naturaleza:
1. El ingreso es una decisión voluntaria tomada por el Estado costarricense mediante sus órganos técnicos y representativos. La tarea fue impulsada durante tres gobiernos: uno del PLN y dos del PAC.
2. Ha contado con gran apoyo multipartidario en la Asamblea Legislativa y, por supuesto, de los otros 37 miembros de la OCDE. Sumemos los apuntes 1 y 2, y podremos hablar de una política de Estado. Espero.
3. Su materialización dependerá de un abordaje sistémico sobre las variables y compromisos que implica. Habrá que vincularlos adecuadamente y conducirlos con un liderazgo proactivo e integrador, desde el más alto nivel político. Será un proceso de interacciones constantes, no avance lineal.
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Su significado:
4. Integraremos un órgano clave para la gobernanza global. El país contará con más posibilidades de incidir en decisiones de gran calado. Por ejemplo, en su seno, se discute ahora la posibilidad de un impuesto mínimo a las corporaciones transnacionales. Conforme otras instituciones del sistema internacional se debilitan, mayor importancia tiene contar con el escudo y crisol de la OCDE.
5. Implicará un «certificado de calidad y confianza». Nos consolidará como país estable y predecible. Nos hará más atractivos para la inversión extranjera; también, como socios en proyectos multinacionales.
6. Nos diferenciará positivamente de los que no forman parte. En América, solo están Canadá, Estados Unidos, Chile, Colombia y México.
Su impacto en el terreno:
7. Nuestro ingreso fortalecerá tanto el diseño e implementación de políticas públicas como el desempeño y eficiencia de las instituciones.
8. Gracias a los proyectos que forman parte de la agenda de ingreso, ya aprobada, se avanzará puntualmente en temas de gran trascendencia, como gestión de la salud, solidez y fluidez del sistema financiero, competencia interna, combate contra la corrupción y varios ámbitos esenciales más.
9. El sector público será parte de una red de buenas prácticas que conducirán a procesos de actualización y mejoramiento continuos. Esto mejorará la calidad de sus servicios y beneficiará a los usuarios.
10. Todo lo anterior hará más robusto al Estado costarricense, impulsará nuestra competitividad y mejorará las condiciones para el desarrollo económico y social.
La culminación de este camino es, además, un sólido indicio de que, en medio de sus falencias, crispaciones y contradicciones, el sistema político costarricense puede ser capaz de grandes y visionarias reformas. Existen otros ejemplos, pero este es particularmente relevante; por ello, digno de celebración. Tomemos nota.
El autor es periodista y analista.