La pandemia nos dejó agotados. No hace falta decir cuál. Nos referimos a la arremetida de la covid-19 como si fuera única. Hubo pandemias antes y ojalá no hubiera certeza de que las habrá después, pero el trauma reciente monopoliza nuestra atención y rechaza la consideración de una experiencia similar en el futuro.
Los prometedores resultados de una vacuna experimental contra la gripe aviar, desarrollada a partir de la tecnología ARN mensajero, son una estupenda noticia. Ojalá hubiéramos tenido ese avance antes de sufrir el embate de la covid-19, pero habríamos preferido no volver a hablar del ARN mensajero o ninguna otra de las tecnologías que nos tuvieron en vilo a lo largo de la pasada tragedia.
Los expertos todavía no encuentran motivo de preocupación, aunque Estados Unidos anunció el primer caso grave de infección con el virus H5N1. El paciente está hospitalizado en condición crítica en Luisiana, pero otros 60 afectados a lo largo del 2024 experimentaron síntomas leves y se recuperaron en casa.
Solo un puñado de los casos detectados en humanos no se ha relacionado con cercanía a un animal enfermo y las autoridades sanitarias consideran prematuro sugerir la transmisión asintomática de persona a persona. En consecuencia, el riesgo es bajo. No obstante, hay permanente vigilancia y el estado de California, donde enfermó un niño, declaró emergencia para garantizar a las agencias gubernamentales los recursos y la flexibilidad necesarias para responder rápidamente al brote.
Siempre es mejor prevenir, pero hay señales de interferencia política con los preparativos necesarios para enfrentar la gripe aviar, si se convierte en problema, o cualquier otra emergencia. Si el Senado confirma a Robert F. Kennedy Jr. a la cabeza del departamento de salud de los Estados Unidos, elevará a un enemigo de las vacunas al más alto cargo del sector. Como si eso fuera poco, también es contrario a la pasteurización. Son dos condiciones idóneas para causar una tragedia si el virus H5N1 se rebela.
La leche cruda es un probable vector del virus. Está bajo sospecha de haber desatado brotes en aves de corral y causado síntomas leves, como conjuntivitis, en algunas personas. El brote actual se detectó por primera vez en marzo, en vacas lecheras. La creciente frecuencia de infecciones de mamíferos suscita preocupación por la adaptabilidad del virus y su potencial de transmisión entre especies. La desconfianza frente a las vacunas y el rechazo a la pasteurización no podrían ser más inoportunas.