Esta semana se cumplieron dos años de pandemia en Costa Rica. ¡Dos años! Si contáramos nuestras historias sobre el diario vivir por esta época amarga, hablaríamos de temores y renuncias, de pérdidas e incertidumbres, pero también de los cuidados que prodigamos a seres queridos, la falta que nos hicieron durante meses por no poder abrazarlos y la alegría que sentimos cuando lo hicimos.
Nunca creí que mi ambiente de trabajo pudiera cambiar tan radicalmente en tan poco tiempo. Fui afortunado: pude teletrabajar desde el principio y en las condiciones para ello.
Es cierto que las jornadas se alargaron y la intensidad del trabajo aumentó, pero tuve una suerte que a centenares de miles se les negó: estabilidad en el empleo e ingresos. Ello generó una obligación de retribuir a la sociedad y, observando a mis colegas de trabajo, sé que también lo sintieron.
Historias personales, pues, hay muchas, hasta las de aquellos que, a pesar de tanta muerte y dolor, insisten en que la pandemia es un invento. Ya vendrá la cosecha de obras científicas y literarias que anudarán esas historias con explicaciones que nos permitan entender la gran disrupción que vivimos.
Por ahora, creo medular enfocarnos en la historia que estamos escribiendo como sociedad y las consecuencias que dejará para nuestro desarrollo futuro.
Históricamente, las pandemias han tenido efectos a largo plazo, que se tornan evidentes solo tiempo después. Empero, hay consecuencias inmediatamente observables, por ejemplo, que se ampliaron las desigualdades sociales, económicas y territoriales arrastradas antes de la covid-19 y que este legado de inequidad es uno de los grandes retos por resolver en los próximos años.
En tres ámbitos, estas desigualdades ampliadas son graves: las distancias entre la educación pública y privada, entre las oportunidades de empleo de los profesionales y de las personas con poca calificación y entre los hogares y territorios con conexión digital aceptable y los que no.
Con todo y las tensiones y conflictos políticos vividos en estos dos años, Costa Rica ha preservado la institucionalidad y las libertades democráticas, un gran logro, y dio una respuesta de salud pública que contuvo los peores riesgos.
No solo fue acierto del gobierno, pues ha habido cooperación de la oposición, las instituciones, las empresas y las familias, pero el gobierno fue el actor medular. Gracias.
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