Con la emergencia del fondo del mar, hace tres millones de años, de Panamá, Costa Rica y Nicaragua, se creó un puente que transformó el clima mundial y le imprimió características a la región.
Se interrumpió la fusión entre las corrientes marinas templadas del Pacífico, que calentaban las corrientes frías del Atlántico sur que subían hacia el norte y mantenían el Ártico sin hielo.
Al no ascender las aguas tibias hacia el polo norte, este se congeló y, al mismo tiempo, grandes extensiones de selvas tropicales de África se convirtieron en las actuales sabanas. En estas habitaban nuestros ancestros, los Australopithecus afarensis, quienes empezaron a andar en dos pies para defenderse de los depredadores y alimentarse de carroña, lo cual estimuló el crecimiento de su cerebro.
Al formarse el puente entre las dos masas continentales, las plantas, animales y, posteriormente, la especie humana incrementaron la diversidad biológica. La posición de la región entre los dos océanos estimuló la diversidad y la formación de especies endémicas en los diversos microclimas.
En el siglo XVII, un general español afirmó que quien controlara Centroamérica y el Caribe dominaría las dos masas continentales, hecho que alentó la lucha de las potencias coloniales de entonces por el control de las islas del Caribe.
Siglo XIX. Posteriormente, con la formación de naciones en la región y haberse inaugurado el tránsito por los océanos, primero en Nicaragua y luego en Panamá, se acortaron las comunicaciones y las rutas de transporte. La región se hizo estratégica por su posición geopolítica y geocomercial.
Tras la expansión de Estados Unidos, a costa de más de la mitad del territorio de México, y la declaración de la doctrina Monroe sobre el destino manifiesto «Estados Unidos para los estadounidenses», Costa Rica pidió el protectorado al Imperio británico, por entonces, la potencia dominante.
Aunque no se dio, los británicos, preocupados por la expansión estadounidense, promovieron el Tratado Clayton-Bulwer de 1850, según el cual los británicos y Estados Unidos se comprometían a no tener colonias en la región.
Los filibusteros, comandados por William Walker, tomaron Nicaragua y el control de la vía del Tránsito, en el río San Juan, como primer paso de su estrategia de dominio operacional de la zona. Dieron inicio a una amplia operación de carácter estratégico que tenía razones muy claras: el dominio directo o indirecto de Costa Rica. Esta vía era también vital para sus planes esclavizadores.
Era la primera etapa para hacerse con el mando geopolítico de las cinco Repúblicas y el aseguramiento geoestratégico de su política esclavizadora en el sur de los Estados Unidos.
A pesar de la debilidad militar y política de las naciones centroamericanas, por los factores geoestratégicos vitales, fue posible movilizar a los británicos, quienes le vendieron a Costa Rica armas modernas, probadas en 1855 en la guerra de Crimea.
El control de la vía del Tránsito determinó la expropiación de los vapores de Cornelius Vanderbilt, quien también ayudó a Costa Rica y las fuerzas centroamericanas a cortar el apoyo logístico, estratégico y táctico de las operaciones militares que comandaba Walker.
Siglo XX. Siempre dentro de su doctrina y estrategia geopolítica, Estados Unidos promovió la independencia de Panamá de Colombia, construyó el canal y anexó al paso acuático el territorio adyacente para asegurar su defensa y sostenimiento logístico durante un siglo.
Toda esta gran región, conocida como la zona del canal, fue convertida en un gigantesco complejo militar, con la función vital de proteger el poder político-militar en el continente.
En la segunda mitad del siglo XX, a raíz de las revoluciones agrarias y las guerrillas apoyadas por Cuba y el bloque soviético, Estados Unidos movió su potencial para enfrentar la «amenaza comunista». Así, el ejército estadounidense intervino activamente en diversas acciones. Entre estas, invasiones militares directas e intervenciones indirectas y encubiertas, las cuales siguen desarrollándose en el presente, con una situación operacional cualitativamente transformada por los siguientes factores: presencia de Cuba, Nicaragua y Venezuela como países «enemigos»; cambios políticos en México y una nueva situación política en el continente, la cual va adquiriendo una dinámica político-militar de gran peligro para la paz mundial.
La leyenda para desatar la intervención sería la defensa de Costa Rica, país sin ejército y tradicionalmente amigo de Estados Unidos, amenazado por los «ataques crecientes» del eje Nicaragua-Cuba con apoyo soviético. Coincidía esto con la intensificación de la guerra en El Salvador.
Esta maniobra fue impedida por las alianzas promovidas desde la región, gestadas a escala internacional por demócratas estadounidenses, socialdemócratas europeos y comunistas de la perestroika.
En el proceso desempeñaron un papel activo Manuel Mora Valverde y José Figueres Ferrer, culminando con el Plan de Paz impulsado por el presidente de Costa Rica Óscar Arias y los otros mandatarios centroamericanos.
Cabe recordar que el Partido Vanguardia Popular se dividió a consecuencia de contradicciones en la visión estratégica de la lucha en la región y Costa Rica. Un sector promovía un inicio de la lucha armada en Costa Rica, con el argumento de que había madurado una situación revolucionaria. Durante ese período, hubo múltiples provocaciones y la paz estuvo al borde del precipicio.
Siglo XXI. Dentro de la nueva correlación de fuerzas internacionales, posterior a la caída de la Unión Soviética y, por una parte, el auge de China como potencia económica, y, por otra, el poder económico creciente del narcotráfico en la región, la posición geopolítica vuelve a adquirir relevancia y pasa a primer plano.
China está interesada en Centroamérica para integrarla al proyecto de la Nueva Ruta de la Seda, que le daría entrada al mercado del continente, incluida Norteamérica, cosa que pone nerviosos a los estadounidenses.
El narcotráfico, acosado por mar y aire por las naves del ejército de Estados Unidos, concentra sus esfuerzos cada vez más en tierra. Encuentra zonas costeras y fronterizas en condiciones de pobreza y desprotegidas que son terreno óptimo para sus operaciones basadas en el dinero y el terror.
El desarrollo del narco en lugares socialmente en crisis está acompañado por la promoción y nombramiento de alcaldes y políticos regionales. Como se aprecia a lo largo de la historia, Centroamérica no ha sido territorio poseedor de grandes poblaciones y mercados, tampoco fuente de grandes recursos mineros.
Su importancia radica en la diversidad biológica y cultural, en ser puente para las dos grandes masas continentales, pero, principalmente, en ser zona canalera de comunicación entre dos océanos, lo cual le imprime atractivo geocomercial.
Esos factores estratégicos, como ocurrió en el pasado, deben estar, anteponiendo los intereses propios, en la base de sustento de la práctica estratégica y táctica de los países de la región.
El autor es sociólogo.