Generar más oportunidades, para que más gente pueda mejorar ingreso (más y mejores trabajos formales), es una parte vital de la solución. Pero no es suficiente
Costa Rica se ha enfrentado en los últimos años a un entorno económico muy negativo por los efectos que aún quedan de la pandemia, la mala situación económica mundial, la elevada inflación —externa e interna— y una política fiscal austera, entre otros. Aun así, según la nueva Encuesta Nacional de Hogares, en el 2022 la pobreza no aumentó. Se mantuvo en 23% de los hogares.
Incluso, tomando en cuenta los factores multidimensionales (vivienda, educación, salud, trabajo y protección social), la incidencia de la pobreza bajó de 16,4% en 2021 a 14,3% en 2022.
Pero las cifras también nos indican que aun hay mucha tarea por hacer, para solucionar los graves problemas que enfrentan una cantidad importante de familias costarricenses. Son 273.000 hogares que no logran cubrir una canasta básica con sus ingresos. Más 122.000 hogares que son pobres porque tienen deficiencias en alguna de las dimensiones. Y luego, hay 126.000 hogares que se consideran pobres por ambas mediciones (ingresos y dimensiones). Sumados todos, casi una tercera parte de los hogares costarricenses se considera pobre. Eso es mucho.
De la encuesta de hogares surgen las características del grupo más vulnerable, quienes son pobres por ambas mediciones. Al comparar ese grupo con los no pobres, los hogares más pobres de los pobres tienden a ser: de familias numerosas (más dependientes); encabezados en su mayoría por mujeres; menos ocupados (trabajan menos); más informales; menos educados; con menos acceso a salud y agua —sobre todo en zonas rurales—; no son dueños de su vivienda, y los que la tienen es en condiciones deficientes o viven en hacinamiento; con escaso acceso a internet; receptores de algún subsidio o beca, pero no de una pensión, contributiva o no.
Ese pequeño resumen de características refleja que, resolver el problema de la pobreza no es una tarea fácil, ni de un solo factor. Ciertamente, generar más oportunidades, para que más gente pueda mejorar ingreso (más y mejores trabajos formales), es una parte vital de la solución. Pero no es suficiente. La solución también debe venir, entre otras, por mejorar la calidad de la educación, la red de cuido y de los servicios públicos (salud y agua, sobre todo), bajar los costos para adquirir y mantener una vivienda, permitir un más fácil acceso a las telecomunicaciones, y mejorar los sistemas de previsión para la vejez.
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