Es cierto que los países enfrentan grandes desafíos para encarar las nuevas y crecientes exigencias educativas de niños y niñas en la temprana infancia, y Costa Rica no es una excepción. Pero es cierto también que nuestro país sí ha asumido la educación temprana como un reto nacional.
El conocimiento y el estudio de los avances científicos de vanguardia y la experiencia de los países líderes, así como la voluntad política, permitieron colocar este asunto en un lugar prioritario de la política pública. Veamos los datos.
Avances. La tasa bruta de escolaridad en preescolar, nivel Interactivo II (niños de 4 años), pasó de 60,5 % en el 2013 a 84,5 % en el 2018. Y el salto más grande se dio del 2017 al 2018 (de 66,2 % al 84,5 %). En el ciclo de Transición la tasa bruta pasó de 89,5 % en el 2013 a 102,3 % en el 2018.
Estos avances en cobertura son solo una de las manifestaciones de una estrategia ministerial intencionada que colocó la universalización de la educación preescolar como un desafío de primer orden. ¿Y qué fue lo que sustentó esta estrategia? Precisamente, la conciencia de la gran revolución mundial en el campo de la educación de la temprana infancia. Las investigaciones son contundentes. Neurólogos destacados sostienen que la neuroplasticidad desciende dramáticamente después de los 7 años y que el ritmo del desarrollo cerebral es más rápido en los primeros años, los cuales resultan cruciales para el éxito educativo.
No asistir a la educación preescolar es un primer obstáculo, un “gran promotor” de brechas sociales. Así, por ejemplo, en la prueba internacional PISA, los estudiantes que lograron asistir por un año o más a educación preescolar de calidad muestran mejores rendimientos en lectura, matemáticas y ciencias. Y estas diferencias se consolidan en el largo plazo: los jóvenes que asistieron a preescolar comienzan su vida laboral con mayores ingresos.
J. Heckman, ganador del Premio Nobel de Economía, ha desarrollado un trabajo interdisciplinario pionero y plantea que los entornos tempranos adversos generan déficits en capacidades que reducen la productividad e incrementan los costos sociales. Por ello insiste en la inversión en la temprana infancia para fortalecer el crecimiento.
Preescolar: un derecho, una oportunidad. La estrategia que pusimos en marcha atendió los factores que limitan el acceso a la educación preescolar, en particular de los más vulnerables. Su implementación, articulada con la estrategia Puente al Desarrollo y potenciada en el seno del Consejo Presidencial Social, permitió el alineamiento interinstitucional.
El primer componente fue la identificación de niños fuera del sistema educativo y el trabajo en 36 distritos prioritarios. Un segundo ámbito atendió la asignación de nuevas plazas docentes en preescolar y el tercero la mejora de la infraestructura.
El cuarto planteó el trabajo con las familias y su sensibilización. El apoyo de aliados como la Unicef y el interés creciente de los medios de comunicación resultaron fundamentales.
La calidad educativa fue el quinto componente. La implementación de un innovador programa, aprobado en abril del 2014, así como un vigoroso proceso de capacitación docente fueron cruciales.
El inédito proceso de institucionalización del servicio educativo en la Red de Cuido, gracias a la pionera articulación entre el Patronato Nacional de la Infancia (PANI), el instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS), el Ministerio de Salud y el Ministerio de Educación Pública (MEP); la modificación del Reglamento de Matrícula para bajar la edad de ingreso a preescolar y asegurar la obligatoriedad de este nivel educativo, así como el desarrollo de una guía pedagógica para el aprendizaje desde los 0 a los 4 años, con el apoyo de la cooperación chilena, acompañan la estrategia.
Finalmente, la creación de un modelo educativo específico para el uso de tecnologías en preescolar, y la renovación total del programa de alimentación escolar (Panea), con el apoyo de la Universiad de Costa Rica (UCR) –el cual denominamos Costa Rica Saludable–, así como la creación de un menú para específico para preescolar, completan el proceso.
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Y en razón de la relevancia de los procesos de socialización desde la temprana infancia, desde el 2017 y junto a la fundación Paniamor y el Instituto Nacional de las Mujeres (Inamu), el MEP trabaja en la construcción de la igualdad y de una cultura sin violencia.
Desafío. Es innegable que persisten grandes retos para la universalización del servicio educativo en la temprana infancia. Elevar la calidad de la formación inicial del docente es imperativo: el país debe asegurar carreras universitarias de excelencia en todos los campos, y en particular en educación. Pero también es innegable que Costa Rica sí ha mostrado la fuerza y la visión para avanzar y asumir el desafío de la educación temprana.