La semana anterior a la muerte del papa Francisco, me tentaron los elogiosos comentarios que ha merecido el libro de Javier Cercas, El loco de Dios en el fin del mundo, publicado el pasado mes de abril, y emprendí su lectura.
El hecho que da pábulo al libro es el viaje apostólico del Pontífice a Mongolia, entre agosto y setiembre de 2023, y el compromiso del autor con el Vaticano de escribir un relato del acontecimiento; era entendido que no se le encargaba la factura del libro, solo se le facilitaba su creación.
Con este fin, el escritor, que se dice ateo, anticlerical, laicista militante, racionalista contumaz e impío riguroso, se sumó al viaje papal. El interés de la obra resultante trasciende con mucho lo anecdótico de la visita, por numerosas razones; cobró además, de la noche a la mañana, un reforzado relieve dada la coincidencia de su aparición con el fallecimiento del Pontífice.
Tiene algo de paradójico hablar de un deceso repentino, aunque de ningún modo inesperado. Es comprensible el revuelo periodístico con que fue divulgado. Por lo visto, Jorge Mario Bergoglio, en su biografía, su humanidad y su papado, es objeto de apreciaciones discrepantes de fieles y de laicos. Por ejemplo, un funcionario vaticano refiere a Cercas que un grupo de sacerdotes se reunía cada semana para rezar por la muerte del papa, no porque lo odiasen; “pensaban que su muerte era lo mejor para la Iglesia”.
Entre tantas historias como relata Cercas, he subrayado esta. Un mexicano, hijo de una madre soltera muy pobre, cruzó de niño la frontera con el vecino país del norte como emigrante ilegal; con el tiempo, amasó una fortuna y fundó una televisión católica muy popular entre los inmigrantes latinos. Por esta razón, viajó en el vuelo papal entre La Habana y Ciudad de México en febrero de 2016, y cuando saludó al Papa, le mostró una caja de limpiabotas con la que en su infancia pudo ganarse la vida. Entonces, se arrodilló y empezó a lustrar los zapatos del Pontífice, mientras decía: “Santo Padre, esto es un homenaje a las personas que, como mi mamá, trabajan a diario en las calles de todo el mundo por mantener a sus familias”.
Inmigrantes que trabajarían a diario si los dejasen y respetasen sus derechos humanos.
Carlos Arguedas Ramírez fue asesor de la Presidencia (1986-1990), magistrado de la Sala Constitucional (1992-2004), diputado (2014-2018) y presidente de la Comisión de Asuntos de Constitucionalidad de la Asamblea Legislativa (2015-2018). Es consultor de organismos internacionales y socio del bufete DPI Legal