Columnistas

El obispo prisionero

Aun en su uniforme de presidiario, monseñor Rolando Álvarez es el símbolo más poderoso de Nicaragua

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Cuando en agosto del año pasado el cerco de acoso policial se cerraba alrededor de monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa, y aún sus mensajes alcanzaban las redes sociales, su voz se dejó oír, desolada, pero con entereza, con una oración que empezaba: “Señor, Señor… vengo de una larga noche; estoy saliendo de las aguas saladas. Ten piedad. La soledad es una alta muralla que me cierra todos los horizontes. Levanto los ojos y no veo nada. Mis hermanos me dieron la espalda y se fueron. Todos se fueron…”.








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