El triunfo de Trump alegra a sus partidarios y a los mercados que esperan una rebaja en los impuestos. Estas son buenas noticias para los sectores económicamente más fuertes.
Veo con recelo la teoría del trickle down o transferencia de las ganancias, porque la historia nos demuestra que esto no sucede automáticamente, pero lo que sí sucederá ante la caída de ingresos fiscales es un mayor endeudamiento del país, ya alto, por cierto.
Preocupa el caudal político con que llega el nuevo presidente, que controlará el Senado, responsable de la ratificación de los cargos más importantes, entre otros, nuevas vacantes de la Suprema Corte, que aumentará el desbalance existente de 6 a 3 (6 conservadores y 3 liberales), quienes, de paso, ya establecieron jurisprudencia muy amplia en la definición de impunidad por actos oficiales.
Al escribir la columna, estaba próximo a controlar la Cámara de Representantes, que le permitirá ostentar un poder sin los pesos y contrapesos ideados por los padres fundadores de la nación. En esa línea una mala señal es la amenaza de destituir al fiscal especial, Jack Smith, a cargo de lo sucedido el 6 de enero del 2021, y la promesa de desarticular los otros juicios en su contra, lo que sería un retroceso democrático.
En cuanto a la paz y seguridad mundiales, preocupa la relación con Putin, aliado de Corea del Norte y amigo especial de China; su mala relación con la OTAN; y su promesa de terminar la guerra en Ucrania en 24 horas. ¿Significará esto la suspensión de ayuda a Ucrania y la invitación al expansionismo ruso o chino?
A escala regional, la posibilidad de deportar a cientos de miles de personas, que estarán desempleadas y no encontrarán trabajo, algunas sin raíces ni familia en sus países de origen, será un caldo de cultivo para la pobreza, la criminalidad, la violencia y las redes del crimen organizado y el narcotráfico. La posible caída de remesas será para muchos países una baja significativa de sus ingresos y su capacidad de inversión social, lo que agrava el problema.
Por último, preocupa las implicaciones del “Estados Unidos primero” en nuestros esfuerzos y modelo de atracción de inversión extranjera directa. ¿Será el nearshoring una oportunidad que se esfuma ante el nuevo residente en la Casa Blanca?
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