Me tomo la libertad de incurrir en una manifestación levísima del síndrome de Savater. Llamaré así lo que sucede cuando un columnista entra en conflicto con el medio que lo acoge, debido a una discrepancia grave o relevante entre ellos. El nombre me lo sugiere el fogoso litigio que en estos días confronta a un periódico español y al más antiguo y connotado de sus colaboradores.
La discrepancia que provoca el síndrome de Savater puede llegar a ser intolerable, al extremo de conducir a que la cuerda se rompa por lo más delgado, como lo ha padecido el filósofo español, antes ensalzado y ahora vilipendiado con parejo entusiasmo; lo que aconseja a los columnistas de este mundo que pongamos las barbas en remojo.
Pero, como se verá, el caso mío es una nadería. Resulta que este periódico informó la semana pasada que este año comienza con uso intenso de combustibles para generar electricidad, y agrega que es “culpa” de El Niño.
Pues disiento del hecho de emplear en ese contexto la palabra “culpa”, atribuida a un fenómeno climático; para mi gusto, “culpa” es una expresión deleznable con connotaciones míticas empleadas para bastardear nuestros orígenes, que sirvió también para enturbiar y demonizar mis naturales y sanos impulsos: la retórica de la culpa estuvo presente casi cada día en mi infancia y adolescencia, no me hizo entonces ni mejor ni más feliz, y la repudio vivamente por eso.
El físico Richard Feynman lamentaba que el principio de incertidumbre de la mecánica cuántica no hubiera permeado en la cultura popular; él resumía el principio así: “Ser conscientes que nada puede ser establecido de forma exacta”. ¡Cuánto ayudaría la aplicación de este principio a la sensatez y la tolerancia! Haciéndome cargo de este reproche, lamento por mi parte que se atribuya a la culpa lo que es el efecto de la causa, y de ese modo se refuerce, así sea sin intención o de modo figurado, una percepción mágica del mundo en que vivimos.
Pero no se haga mucho caso de lo que digo; además, mi propósito era escribir de otra cosa: sobre el inexcusable retardo en reglamentar la Ley de Voluntades Anticipadas, de que dio cuenta este periódico, y el nulo empeño de sacarla de su reclusión y darle amplia divulgación.
La culpa es de las autoridades competentes.
carguedasr@dpilegal.com
Carlos Arguedas Ramírez fue asesor de la presidencia (1986-1990), magistrado de la Sala Constitucional (1992-2004), diputado (2014-2018) y presidente de la Comisión de Asuntos de Constitucionalidad de la Asamblea Legislativa (2015-2018). Es consultor de organismos internacionales y socio del bufete DPI Legal.