Le preguntaron al secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), Ángel Gurría, por qué Costa Rica es cara. Implícito había algo muy perverso que deseaban escuchar: porque el tipo de cambio está sobrevaluado y se debe devaluar. Pero el experto internacional les dio una respuesta tan categórica que los enmudeció: “Es cara por falta competencia”.
Yo me alegro. La insistencia de grupos exportadores en devaluar es, ya, rayana en necedad, o, peor aún, en avaricia. Devaluar a dedo encarece las importaciones, afecta las materias primas, los bienes de consumo, costos y salarios y encarece todo lo demás. No entiendo cómo personas inteligentes y dirigentes empresariales no captan estas simples relaciones de causalidad.
Los precios en el mercado interno responden a otras variables distintas del tipo de cambio; sobre ellas es donde debemos actuar. La primera es la inflación interna, objetivo esencial del Banco Central, históricamente olvidado por gobiernos del PLN, proclives a devaluar y mantener inflaciones superiores al promedio de los socios comerciales. Aunque Gurría solo lo tocó tangencialmente, mantener una inflación baja y estable es esencial para dejar de ser caros. No obstante, hay quienes insisten en una política monetaria expansiva. ¡Increíble!
Las otras razones que encarecen la vida, en especial la de los pobres, responden al proteccionismo clientelista del PLN y que este gobierno imitó. Gurría, quien carece de escamas en la lengua, lo vocalizó con claridad: el mercado tiene muchos focos proteccionistas (monopolios y oligopolios): electricidad (tarifas no competitivas), banca (tasas muy caras), arroz (oligopolio vergonzoso), otros productos de la canasta básica (falta de competencia), importación y distribución de combustibles, destilación de alcohol, azúcar, transporte marítimo, excesivas regulaciones en detrimento de la eficiencia productiva, estancada agenda de competitividad, ineficiencia de las pymes, proteccionismo laboral (encarece la mano de obra), servicios públicos ineficientes y caros, remuneraciones públicas excesivas (pluses y salario escolar innecesarios) y un largo etc.
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Volvamos al tipo de cambio: ¿Qué propone la OCDE? Algo muy simple. Pero, para evitar equívocos, se los voy decir musicalmente. ¿Recuerdan el éxito del grupo Marfil de 1985, alegre tributo a cómo baila el porro la mujer de Costa Rica? Menea su cuerpecito, menéalo, menéalo, ay pero menéalo. Ahí está la clave de la nueva política cambiaria.
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