Denso, como la niebla sólida, está el clima político en Costa Rica. Difícil de escrutar, como la bruma de la noche en el cerro de la Muerte o en el Zurquí. Cuando nos envuelve, casi nada puede verse, pero mucho es posible imaginar. Entonces, resulta fácil caer, por falta de visión, en los juegos de la mente, en el reino de la imaginación fantástica, poblado de fantasmas y rumores. Todo puede ser, nada es.
Cualquiera urde un cuento y, escudado en la niebla, fabula sobre mil demonios. Una fábula como esta: “Las masas están soliviantadas y respaldan lo que sea necesario, incluso un golpe de Estado, para rescatar al país profundo del desgobierno ilegítimo llegado al poder por vía del fraude”. Esa es la novela que, en síntesis, se ha ido tejiendo en las redes sociales durante las últimas semanas. Todo puede ser, nada es.
Se habla de sublevación en los memes, audios y videos que nos inundan, pero, al mismo tiempo, nadie ve nada. Cuando hay acción, por ejemplo, los motines y bloqueos de la semana pasada, el apoyo social fue paupérrimo. Pero en la niebla, todo puede ser, nada es.
¿Quién inventa esos demonios y monstruos fantásticos y quiere hacernos creer que la niebla es guarida de terribles amenazas? ¿Los traileros? ¿Ese puño pequeño de estudiantes que la emprendieron contra los LGTBI? ¿Algún partido político? ¿Acaso algunos dirigentes sindicales? ¿Agentes de un gobierno extranjero? ¿Líderes políticos en busca de la oportunidad de cada día? Todo puede ser, nada es.
Cualquiera. Exacto. Cualquiera, pero con método. El método de ir sembrando miedo, el goteo sistemático para deslegitimar la política democrática. Poner a unos contra otros, exacerbar los ánimos. Pero, entonces, no es cualquiera el que fabula, por lo que, llegados aquí, hay que separar la paja del grano: están los que usufructúan de la niebla, la amplifican, para satisfacer intereses inmediatos, pero no crean el reino de la imaginación fantástica.
Otros, sin embargo, son los fabuladores, pero en la niebla es difícil verlos. Es fácil dar palos de ciego. Sin embargo, la democracia puede responder de otra manera: el ejercicio de la oposición responsable, la creación de canales de diálogo político y social permanentes, la unión para confrontar a partidos y líderes desleales y mentirosos, dar respuestas a los desafíos nacionales. ¿La ciudadanía? Menos ingenuidad y más colmillo para no andar comiendo cuento.
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El autor es sociólogo.