La próxima vez que un partido político le ofrezca chatear o sostener una conversación por medio de una videollamada con su candidato presidencial es mejor que encienda el detector de bots.
Resulta que la inteligencia artificial hizo posible la creación de programas capaces de entablar amenos intercambios con humanos haciéndose pasar por alguien de carne y hueso.
Alimentados con todos los datos y algoritmos que su desarrollador considere necesarios, los robots son entrenados para mantener interacciones cada vez más complejas.
De esta forma, un interlocutor desprevenido podría fácilmente creer que está conversando con otra persona, cuando en realidad está conectado a una aplicación de software.
En Costa Rica, ya existe un antecedente sobre el uso engañoso de este tipo de herramientas para “vender” una falsa idea de cercanía y de atención personalizada al ciudadano.
Según el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística, la campaña de Rodrigo Chaves utilizó un bot para hacer creer a los votantes que estaban hablando con él.
La treta, de acuerdo con la investigación del Centro, fue revelada por Federico Cruz, asesor de imagen de Chaves, en un congreso realizado en la República Dominicana, tres meses después del arranque del gobierno.
Cruz comentó al auditorio sobre el uso en campaña de un bot automatizado, “muy moderno”, que empezaba a hablar uno a uno con los usuarios por WhatsApp.
“La gente se sentía realmente agradecida porque le hacíamos ciertas variaciones para que la gente sintiera que el candidato les estaba hablando”, narró.
Claro, y cómo no se iban a sentir agradecidos si pensaban que Chaves había apartado un rato de su agenda para dedicarse a atender sus preguntas e inquietudes.
Esta perversa estrategia de fidelización no solo es una burla para el elector, sino también un atentado contra valores como la transparencia, la ética y el juego limpio.
Además, arroja más cuestionamientos sobre una campaña, de por sí salpicada por el uso de troles, personajes ficticios y servicios de manejo de mano izquierda.
La tecnología en este momento ofrece maravillosas herramientas de comunicación; sin embargo, cuando se usa para distorsionar la realidad, se convierte en una infame arma para la manipulación.
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El autor es jefe de información de La Nación.