El chofer de bus de largos recorridos repara en que, cuando dos pasajeros entablan conversación, la primera frase siempre es: “¿de dónde eres?”, y la segunda, “¿adónde vas?”. Es una observación que pone de relieve lo que se tiene en común, el principio y el fin.
A propósito de buses, repito lo que apuntaba Lucia Berlin en “Triste idiota”, en un sentido más mundano: “La soledad, escribía, es un concepto anglosajón. En Ciudad de México, si eres el único pasajero en un autobús y alguien sube, no solo se sentará a tu lado, sino que se recostará en ti”. ¿Cómo entender que la diversidad no es una amenaza, sino que es lo que somos?
También me parece sugestiva la opinión de un personaje de novela: “Sin una próstata sana, un hombre no tiene secretos ni dignidad”. ¿Es solo una humorada de mal gusto, o alude, en sentido más general, a la humillación de la enfermedad? Es para ponerse a pensarlo, lo mismo que en un terreno distinto la hipótesis que propone Bruno Remaury en su desconcertante ensayo “El mundo horizontal”, según la cual la totalidad de los relatos sobre gigantes surgieron cuando los primeros humanos que moraron en cuevas descubrieron osamentas de grandes animales desaparecidos. Es el misterio de los orígenes, cuando el hombre primitivo, “una vez que hubo satisfecho sus necesidades básicas, comer, dormir, reproducirse, también pensó, creó, rezó, no se sabe qué ni por qué…”
Hay quien dice que a la gente no le gusta buscar por encima de su cabeza. He puesto a prueba esta idea, y me parece acertada. A esta limitación se suma, siguiendo a Remaury, que no vemos sino lo que buscamos. Tal vez el relato literario nos ha malacostumbrado: mientras unos personajes padecen la acción y nos enteramos de lo que les sucede porque el autor nos lo cuenta, los demás personajes permanecen en la sombra, al otro lado del relato, como seres inermes que dependen de la voluntad y la necesidad del autor para recuperar su presencia y sumarse a la acción. Mientras tanto, ¿qué hacen, qué sienten, qué piensan, cuando de cara a los lectores la narración continúa sin ellos, a pesar de involucrarlos?
A estas ocurrencias les doy rienda suelta para evadirme de un mundo sin fines pero con medios, que pinta mal dondequiera que se mire.
Carlos Arguedas Ramírez fue asesor de la Presidencia (1986-1990), magistrado de la Sala Constitucional (1992-2004), diputado (2014-2018) y presidente de la Comisión de Asuntos de Constitucionalidad de la Asamblea Legislativa (2015-2018). Es consultor de organismos internacionales y socio del bufete DPI Legal.